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Arturo Vieyra

Expectativas con mayor optimismo

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Contrario a las recientes cifras de comercio exterior que en abril marcaron una fuerte desaceleración, han resultado alentadores la mayor parte los nuevos datos económicos referidos a la demanda doméstica. El desempeño de la inversión y el consumo en marzo confirma una persistente fortaleza que, contrario a las expectativas de gradual desaceleración, han venido impulsando gradualmente el pronóstico de crecimiento económico para este año.

En efecto, llama la atención el hecho de que, de acuerdo con el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, proxy mensual del PIB), la economía mexicana creció durante marzo a una tasa anual de 2.7%, desacelerándose respecto a los dos meses anteriores; mientras que, por el contrario, la inversión bruta fija y el consumo de las familias avanzaron a tasas mayores (8.8% y 3.3%, respectivamente), lo cual, es un indicio de que la desaceleración productiva viene principalmente por el lado de la demanda externa.

Esta dinámica favorable de la demanda local ha venido sorprendiendo a los analistas que, de acuerdo con la última encuesta Citibanamex de expectativas, de nueva cuenta el consenso del pronóstico del PIB para este año se incrementó (hasta 2% desde 1.9%); si bien el aumento fue moderado, hay que tomar en cuenta que esta expectativa viene progresivamente creciendo desde 1% a principios del año. Buena parte del mayor optimismo en torno al crecimiento de este año viene por el lado del mejor desempeño de la demanda interna arriba descrito.

Las mejores expectativas de crecimiento interno derivan de varios factores. Comenzando por el consumo, se tiene como principal impulsor un persistente y sólido crecimiento del empleo y del poder adquisitivo de los salarios, que referidos al sector formal (trabajadores afiliados al IMSS), al mes de mayo se crearon 854.4 mil nuevos empleos, cifra sin duda muy importante y manifiesta no sólo mayor cantidad de empleo, sino también de su calidad. Esto va ligado directamente al hecho de que los salarios en el sector formal tuvieron un vigoroso aumento real (descontando el efecto de la inflación) de 5% en el mismo mes. Sin duda, uno de los grandes éxitos de la actual administración está en el fortalecimiento del mercado laboral.

Por el lado de la inversión, hay que destacar varios aspectos. En primer lugar, la paulatina recuperación de la construcción, seguida de la continua entrada de inversión extranjera directa. Asimismo, la mayor inversión pública ha sido un catalizador importante, pues el año pasado, la denominada inversión impulsada del sector público, se incrementó 3.3% en términos reales, e incluso, en el primer trimestre de este año avanzó 4.8%. Finalmente, aunque aún no hay una evidencia empírica sólida, es probable que el llamado nearshoring esté ya alentando algunas decisiones de inversión productiva en el país.

Si bien éstos son algunos elementos que ponen de relieve una mejor situación de la economía mexicana, no debemos desdeñar el hecho de que la desaceleración es inminente, ya es palpable el efecto del menor avance económico por el lado de la demanda externa como lo confirma el aletargamiento de las exportaciones y de las remesas. Hasta ahora, buena parte de las políticas públicas han coadyuvado de manera eficiente a evitar un efecto negativo mayor sobre el crecimiento económico.