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Arturo Vieyra

Preparando el aterrizaje en 2023

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Es práctica común entre economistas y analistas financieros realizar una evaluación del pronóstico para el nuevo año, el cual deviene, como lo comentamos en este espacio, de un año 2022 con resultados mixtos donde estuvieron latentes la recuperación productiva y la alta inflación.

Sin embargo, la perspectiva, no luce optimista, incluso podemos suponer un escenario con un sesgo más negativo para este 2023. Los números que anticipan los especialistas ya están sobre la mesa, bajo crecimiento económico (cercano al 1%) con una tendencia a la baja de la inflación que posiblemente alcance una tasa anual de 5% al final del año.

Se espera en consecuencia, que habrá que pagar el costo de bajar la inflación con menor crecimiento, el camino para llegar a ello serán las altas tasas de interés. Desgraciadamente, el freno a la economía de México viene por dos caminos, por la política interna de mayor astringencia monetaria aplicada por Bnaxico y, por la política externa, principalmente de Estados Unidos cuya economía tiene amplias probabilidades de caer en recesión este año, con un impacto significativo para la economía mexicana.

Como pocas veces, una perspectiva de desaceleración productiva puede ser anticipada con amplias posibilidades como ahora. En adición, estos escenarios interno y externo están elaborados de manera tersa, es decir, no suponen —por obvia definición— ninguna sorpresa. Presuponen un camino de éxito paulatino en la lucha contra la inflación. Sin embargo, también como en contadas ocasiones, los riesgos económicos negativos son más graves y latentes que pueden provocar una disrupción importante en la lucha contra la inflación deteriorando el panorama global e interno.

En la medida que los riesgos sobre la inflación y el crecimiento son grandes, el equilibrio es frágil, por lo que vale la pena tener siempre en consideración los principales riesgos. En este sentido, las principales amenazas al desempeño económico mexicano son externas.

Considero que la principal es el persistente conflicto Rusia-Ucrania, que lejos de solucionarse, puede empeorar el panorama económico como lo vimos el año pasado. No pueden descartarse los impactos negativos de la guerra sobre la inflación, a lo que podría sumarse una política mucho más agresiva de la OPEP que incremente los precios del crudo nuevamente por encima de los 100 dólares.

En el mismo sentido negativo, está la posibilidad de que la FED continúe endureciendo su política monetaria afectando todavía más el crecimiento de la economía norteamericana.

Estos son algunos de los riesgos más peligrosos para la economía mexicana y global en este año. Si bien hay algunos factores que vienen favoreciendo el desempeño económico como la atracción de inversión nacional y extranjera derivada del Nearshoring que ha sido mayor a la esperada, la persistente y creciente ayuda social que impulsa la demanda local, la estabilidad de las finanzas públicas, serán al parecer insuficientes para enfrentar la recesión en Estados Unidos y posibles episodios de volatilidad financiera derivados de la actual geopolítica mundial. Sin duda tendremos un año difícil en materia económica con grandes retos por delante.