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Bibiana Belsasso

Barbosa: “Cada día me arrepiento por hablar de más”

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ayer falleció el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa. Un político de izquierda de toda la vida, fundador del PRD, líder del Senado, gobernador de su estado con Morena. Un político controvertido, pero coherente con sus propias ideas. Un hombre que siempre privilegió a su familia y amigos. Con él mantuvimos una larga y muy personal conversación hace ya algunos ayeres, y él mismo nos narró su historia. Sirva como recuerdo de un personaje político de su tiempo.

Bibiana Belsasso (BB): Miguel, tienes cinco hermanos, tu casa siempre estuvo llena de gente, ¿cómo fue tu infancia?

Miguel Barbosa (MB): Somos una familia pueblerina, de Zinacatepec, en Tehuacán, Puebla. Con mis papás agricultores viví en medio del campo y en una época en la que los niños imaginaban qué jugar. Creo que fui como los niños de mi tiempo, de mi época, muy imaginativos, utilizando cualquier cosa.

BB: Aparte, vivías en otro México, obviamente en el campo, donde podías salir a la calle, a hacer muchas cosas, y no tenías problemas de inseguridad, cosa que ahora los niños ya no pueden hacer.

MB: En las casas de los pueblos en ese tiempo, a las 8 de la mañana, se abría el zaguán, la puerta grande, de par en par. Y estaba abierta todo el día. Recuerdo que cuando nos levantábamos mi mamá decía: “¡Abran el zaguán!”, y se abría. Así se vivía en el México rural de los años 60. Y en ese ámbito, pues la calle era tu patio, era el lugar donde jugabas, o el campo el lugar donde ibas a cortar una caña.

BB: ¿Quién era tu mejor amigo en esas épocas?, ¿lo recuerdas?, ¿sigues viéndolo?

MB: Sí, como no, era un primo, Gustavo Olaya. Supe de él apenas. Nos dejamos de ver. Cuando me fui a estudiar a Tehuacán, él se quedó en Zinacatepec. El círculo de amigos sí es para siempre, pero con quien tratas, es con quien te rodeas.

BB: Tu vida cambia radicalmente cuando entras a la UNAM, a estudiar Derecho.

MB: En ese tiempo no había universidades en Tehuacán, mis papás no quisieron que estudiáramos en Puebla, así que me regresé a Tehuacán a trabajar y después tuve la oportunidad de venir a México. Aproveché y ahora aquí vivo, y me siento muy bien.

BB: Regresemos a tus épocas de la UNAM, sé que quieres muchísimo a la Universidad. ¿Qué sientes cuando ves el auditorio Justo Sierra tomado como está?, ¿qué sientes de esta efervescencia en la Universidad, que no se daba en tus épocas? Si bien estabas en un momento complicado, por la situación de los movimientos estudiantiles, no se veía la violencia que hay ahora.

MB: Había otra sociedad, otros segmentos de la población que llenaban las universidades públicas. Todos los que veníamos a estudiar teníamos una aspiración: desempeñar un cargo público o hacer algo privado, pero tenía que ver con una profesión. Yo creo que en este momento, lo que pasa a las universidades es lo que le pasa a toda la sociedad. Hay un asunto de insatisfacción con el Estado. Siempre ha habido radicales, pero en ese tiempo ya había pasado el 68, el 71, pero había un pensamiento de situaciones aspiracionales; sí sociales, sí de reivindicación social, pero aspiracionales. Hoy a la UNAM, que tiene todo eso, no la veo mal, la veo como la mejor institución de educación superior de México, pero sí se han dejado crecer situaciones verdaderamente inaceptables para este centro de la universalidad del conocimiento, como los grupos que se apoderan de sitios desde donde ejercen influencias que no tienen que ver con la universalidad del conocimiento y donde promueven desestabilizaciones sociales, como los grupos anárquicos que se refugian en ciertos sitios de Ciudad Universitaria. Pero insisto, yo veo a la UNAM como la mejor institución de educación superior del país.

BB: Y cuando eras estudiante, ¿cómo te veías?, ¿pensaste que ibas a llegar a ser líder del Senado del país?

MB: Siempre tuve pensamiento político, vengo de una familia política, nunca te ves en un lugar en especial.

BB: ¿Cómo empiezas a trabajar para poder estar donde estás hoy?

MB: Fe y voluntad. Fe en lo que haces, convencido de que es lo correcto y con una decisión y permanencia en buscarlo. El ser humano, hombre-mujer, siempre compite. Todos los días lo haces. Ustedes todos los días compiten en el medio, tu medio es terriblemente competitivo.

BB: Lo más difícil es superar el trabajo que hiciste ayer. Tu competencia eres tú mismo.

MB: Esa competencia, ¿sabes cómo se llama? Autocrítica. Todos los días hay que hacer autocrítica. Soy de los que todos los días se arrepiente de lo que dice y de lo que hace.

BB: Y respecto al arrepentimiento, tuviste un problema de salud serio durante mucho tiempo, y por estar trabajando y en esta competencia, en esta vorágine del día a día, no te cuidaste una diabetes que te causó un problema real. Platícanos esta historia.

MB: Sí. Es más dramático que eso. Primero te digo que el tema de la autocrítica tiene que ver con estilos de ser, yo me declaro un político no ortodoxo. Los políticos, muchos de ellos, nacen con una virtud, la ortodoxia, dicen sólo lo que tienen que decir y se callan, son dueños de su silencio y son responsables de lo que dicen. Yo todos los días hablo de más, porque es mi estilo y luego en la noche digo: “No debí haberlo dicho, no debí haberlo hecho”.

BB: Dicen que es mejor arrepentirte de lo que hiciste a lo que no hiciste.

MB: Ése es mi estilo y así voy a acabar mi carrera, porque así soy. Creo que también es de la naturaleza humana. Y respecto de lo otro, sí fui diabético desde hace algunos años, no me atendí como debí hacerlo, pero lo que tuvo que ver con la amputación de mi pie derecho, fue por una lesión en las plantas de mis pies que me hice el día de una marcha, en la calle, en donde usé un zapato inadecuado y no me atendí correctamente.

BB: ¿Pero eso fue provocado por la diabetes?

MB: Ahí te va. Yo nunca tuve una diabetes agresiva. Nunca he usado insulina... la lesión que tuve en mi pie no me la atendí de manera especializada. Responsabilidad mía, de nadie más, cuando quise ver a un médico por la infección que tenía en la planta del pie, una mañana pasó a la palma del pie. Cuando fui a ver al médico, me dijo vete a un hospital porque estás muy grave. Y fue como entré a esa crisis, estuve 13 días en agonía y lo que era una infección local, se convirtió en una sépsis por la diabetes. En una sesión pasada resolvimos unos puntos de acuerdo sobre temas de salud y de diabetes y yo conducía la sesión del Senado. Hablé de ese tema, ¿qué puedo decir además de que se atiendan adecuadamente?, o decir que una vez que se tenga conocimiento de un padecimiento así se asuma. ¿Qué significa asumir el padecimiento? Atenderse, porque ahí viene la subcultura, de que a sabiendas de que se tiene el padecimiento, uno no se atiende porque se dice: “Yo me curo cuando quiera, a mí no me va a pasar”. A mí me pasó en el momento más protagónico de mi vida, estuve a punto de morir...

BB: Y quieres precisamente hacer una campaña de concientización para que la gente se atienda realmente.

MB: Cuando me lo piden, con mucho gusto contribuyo, me expreso como un discapacitado, así me reconozco, no me molesta, no me agrede... me han tratado con mucho respeto. ¿Sabes cuál es la parte más difícil? La compasión, entre la solidaridad y la compasión, hay un margen muy pequeño, y es cuando uno quiere asumirse con una movilidad e independencia que luego no la tienes. No hace mucho me caí, me tropecé en el Senado yendo a un evento...

Descanse en paz

El exgobernador de Puebla, Miguel Barbosa, en conferencia en septiembre pasado.Foto: Cuartoscuro

BB: ¿Traes una prótesis?

MB: Sí, en el pie derecho. Me caí, fue la primera vez, delante de todos. ¿Sabes cómo se siente? No por la vergüenza que todos sentimos cuando nos pegamos en la cabeza o cuando nos caemos, que parece que no le duele a uno y seguimos caminando. Lo que importa mucho es la forma como te ven. Si yo me hubiera caído en otras condiciones, se hubiera escuchado: “El presidente del Senado se cayó, ha de ir borracho”, y te lo dicen de broma, pero en ese momento entre la broma y el “pobrecito”, hay un momento bien complicado en la intimidad.

BB: Hablando de sentimientos y respeto, ¿qué sentiste por haberte distanciado de los Chuchos, que eran tan allegados a ti?

MB: No, pues todavía lo siento. Es un asunto personal, personal ¿eh? Pues son amigos de muchos años. Formamos una amistad y una relación personal muy importante, no quiero exponerme a que les pregunten: “¿Oiga es su amigo?”, y digan: “No, no es mi amigo”. Mejor lo digo así, formamos un sustrato de relación personal muy importante: sus familias y mi familia se conocen, se llevan; diría que no supimos, las dos partes, transitar por momentos en los que las relaciones políticas afectan la relación personal.

BB: Porque eran amigos desde hace muchísimos años, ¿no?

MB: Sí, de muchos años, 14 por lo menos, o más, como 16.

BB: ¿Y por ejemplo esa relación, crees que puede mejorar como las otras relaciones internas del PRD? Sé que es complicadísimo, el PRD está metido en una crisis absoluta (meses después Barbosa renunció al PRD).

MB: Yo no lo descarto, pero hay que esperar que se den las condiciones. La amistad es muy importante, no creas que tiene que ver todo con la política; yo les tengo respeto, les tengo agradecimiento, les tengo cariño, pero ahí están los hechos, no quiero jugar el papel del que está deformando las cosas, mejor así lo dejamos ahorita.

BB: Así lo dejamos y vamos a cambiar un poco el formato de la entrevista. Preguntas cortas, respuestas cortas, ¿te parece? ¿Cuál es tu libro favorito?

MB: El tesoro perdido, de Paco Ignacio Taibo II. Ése ha sido mi libro favorito. En otro tiempo leía mucho, hoy tengo poco tiempo, pero lo sigo haciendo, me emociona.

BB: ¿La música?

MB: Toda. Soy coleccionista de música. Mi vida está rodeada de música: ópera, clásica, popular, de todo el mundo. Quienes me conocen saben de mi afición, yo escucho de todo. No soy melómano, porque el melómano no solamente es el que conoce de música, yo he leído libros para entender la música, pero el melómano produce música, yo no alcanzo a producirla. No tuve el momento para hacerlo.

BB: ¿Tu comida favorita?

MB: Toda. La mexicana sobre todo, pero la vida me ha puesto en la condición de poder haber disfrutado comida exquisita en todas las partes del mundo, pero la favorita y la especial es la de mi esposa, guisa exquisito.

BB: ¿Y a tus dos hijos también les encanta la comida?

MB: Sí, están de dieta. Pero mi esposa es una profesionista que hoy está en la casa y que disfruta mucho.

BB: ¿Eres un hombre enamorado, Miguel?

MB: Sí.

BB: ¿Cuánto llevas de casado?

MB: 27 años, casi 28 (actualmente eran ya cerca de 35 años). Amo a mi esposa, es la mujer que Dios hizo para mí, aunque suene machista, porque luego hay que medir también las palabras. Pero yo siempre así lo he descrito: Con ninguna otra mujer hubiera sido yo feliz.

BB: Y aparte es una mujer que te ha apoyado en tu carrera política. Que es dificilísimo.

MB: Ella asumió mi proyecto como el suyo, y eso es algo que luego me provoca reflexión, porque ella es una mujer muy inteligente, habla dos idiomas, tiene dos maestrías, tiene muchas cosas académicas y siempre ha estado alrededor del proyecto. La quiero mucho y la quiero querer más.