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Carlos Olivares Baró

Derrota y delirios de Rafael Cadenas

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, Estado de Lara, Venezuela, 1930), “Hombre /de palabras /silenciosas”, es el acreedor del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2022. “Soy lo que extraño. Soy mi propio vivero, soy el revés de mi mismo. No quiero ser repetición sino novedad. La novedad de lo que me falta”, escribe Cadenas. Habla poética precisa y emotiva intercedida por compases de obsesivas cifras: ardores edificados “en el silencio que se hace de pronto”. Releo al autor de Falsas maniobras para caminar descalzo sobre los peñascos y ser testigo de la desnudez del crepúsculo.

Regreso a los puertos de las estrofas de Obra entera. Poesía y prosa 1958-1995 (FCE, 2000): veo a los enamorados hambrientos que intentan cruzar las fronteras de los olvidos. Converso con habitantes del dolor y la espera. “He vivido / cediendo terreno / hasta quedarme con el necesario / —un área invicta, / de nadie, / que un desconocido reclama”. Bailo con mujeres dueñas del deseo. Entro a la noche y tanteo el brillo de la sombra. “Si otro mundo nos es dable / debe ser éste / desde unos ojos / que la diafanidad ha subyugado. / Plasmación ilegible, / herencia escondida, / dominio hierático”: Rafael Cadenas conversa con espectros íntimos y desmiembra los designios enemigos.

Cuánto gozo retornar a los fuegos, a la presencia de un pasado luminoso que extiende su follaje sobre todas las ausencias. Doy constancia de la noche cuando me sumerjo otra vez en los murmullos de Cadenas: escritura temblorosa, danza interminable. “Tú que caminas esta noche en la soledad de la calle, vas llena de besos que no has dado. /Del amor ignora la escritura prodigiosa. // Aunque no me conoces, en mi cuerpo tiembla el mismo mar que en tus venas danza. / Recibe mis ojos milenarios, mi cuerpo repetido, el susurro de mi arena”.

Viajo por Una isla (esplendor de música y espuma: “muelle de enormes llamas”), Los cuadernos del destierro (“Una manzana de luz se reparte en heridas de cristal”), Falsas maniobras (los olvidos son necesarios), Intemperie, Memorial (fuego remoto en el presente), Amante, Gestiones (la infancia como exactitud dentro del sueño): cuadernos cordiales suscritos en ardores y equilibradas improntas de melodías brotadas de un violonchelo de viga antigua.

Hago parada en Derrota: “Yo que no he tenido nunca un oficio / que ante todo competidor me he sentido débil / que perdí los mejores títulos para la vida / que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) / que nunca usaré corbata / que no encuentro mi cuerpo / que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer y crear mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano”: vaivenes en traslación por el desengaño de un hombre que confiesa: “no lloro cuando siento deseo de hacerlo /que no soy lo que soy ni lo que no soy /que a pesar de todo tengo un orgullo satánico / me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final”. La poesía castellana en ascendente configuración compasiva. Rafael Cadenas o la escritura como un delirio.   

Obra entera. Poesía y prosa (1958 – 1995)
Obra entera. Poesía y prosa (1958 – 1995)
  • Autor: Rafael Cadenas
  • Editorial: FCE, 2000