Los susurros de Chet Baker

Chesney Henry Baker, Jr.: Chet Baker (Yale, 23 de diciembre, 1929-Ámsterdam, 13 de mayo, 1988): trompetista, cantante y músico de jazz estadounidense, exponente de la modalidad cool (West Coast Jazz, años cincuenta). /Chet Baker gritaba en balbuceos la turbación de su aciago final. Retraimiento conmovedor en soplos sin pirotecnia: lirismo que brotaba del corazón. Tierno estilo que se aprecia en “My Funny Valentine” (Rodgers/ Hart) que nadie ha interpretado como él. Voz de suavidad etérea que se desvanece en cada inflexión: baladas en las demarcaciones de la fisura: confidencias rumorosas. Nómada en Europa, muere al caer, totalmente drogado, por la ventana de un hotel de Ámsterdam cuando tenía 58 años de edad.

The Definitive Chet Baker (Blue Note, 2002) inunda los espacios de mi soledad en este último viernes de junio del 2020. Trece temas compilados por el crítico de jazz Tom Evered tomados de varios álbumes producidos en los años 50/60/70/80. Grabaciones con Gerry Mulligan Quartet complementadas con otras colaboraciones: el pianista Ross Freeman, el trombonista Bob Brookmeyer, el guitarrista Kenny Burrell, el sax Bud Shank, el contrabajista Ron Carter o el sax tenor Stan Getz. / Chet Baker toca la trompeta/flugelhorn y vocaliza algunos estándares del jazz.

Figura emblemática de la música estadounidense marcada por una vida y carrera suscritas por episodios abrumados y sombríos. Drogadicción y encarcelamientos frecuentes hicieron mella en su condición física. De joven, algunos lo apodaron como el ‘James Dean del Jazz’ por su parecido con el actor de cine: la convulsionada vida que llevó (riñas, golpizas, confinamientos, alcoholismo, consumo de heroína...) lo convierte en un espectro de semblante lacerado cuyos ojos irradiaban una desolación infinita.

Momentos de gloria con el Cuarteto de Gerry Mulligan: histórico solo en “My Funny Valentine”. Revelación del sonido Baker. “Discurso cuyas líneas parecen suspendidas en el aire, salpicadas, aquí y allá, con algunos compases más acentuados o, por el contrario, como en un murmullo, un soplo que se ahoga en el mismo instante de su emisión”: Gilles Gautherin (Revista Jazz Hot). Después, con su propio cuarteto incursiona en el canto: fraseo etéreo que se desvanece en la sutileza de la recitación; palabras musitadas, divididas en sílabas que se extienden sobre las notas hasta los límites de una expresividad de ruptura marcada por una avidez íntima. Belleza y frescura en una variación tenue, retraída, que arropa la melodía más que entonarla.

Andanzas y vagabundeos (deportaciones de varios países, presidio, droga...) entre California y Europa (1959-1968). Golpiza a su regreso a Estados Unidos por disputa con distribuidores de narcóticos donde pierde varios dientes y le fracturan la mandíbula. Olvido total: sus colegas lo dan por muerto. Con el apoyo de Dizzy Gillespie regresa a los escenarios en los años 70. / Vaya existencia azarosa de un instrumentista que supo “traducir en emoción concentrada un destino trágico. Tocó y cantó con una timidez conmovedora su propio drama” (Los grandes creadores del jazz, Arnaud /Chesnel). / Escucho ensimismado “Freeway”, “Little Man You’ve Had a Busy Day”, “Lush Life”, “Born to be Blue”, “Oh You Crazy Moon”, “Stella By Starlight”... Cuando irrumpen los minutos de “My Funny Valentine”, las profecías se humedecen, mi sombra descifra la perfecta silueta del viento. Susurros de Chet Baker: flujos de la vida acontecidos en lo íntimo.