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Carlos Olivares Baró

Volver a los versos de Adonis

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Primeros días del año 2022. Enero: estación de presentimientos, no sabemos lo que va a pasar: el tiempo es virgen, los acasos trazan la presencia. Era ayer, hace casi nada. Quevedo me persigue con su sentencia: “Soy un fue, y un será, y es cansado”. Regreso en estos días inaugurales a las consonancias de Ali Ahmad Said Esber(Al Qassabin, Latakia, Mandato francés de Siria, 1930): conocido como el poeta Adonis, pionero de la poesía moderna árabe y permanente candidato al Premio Nobel de Literatura. “Por alto y radiante que sea el deseo / no puede tocar el cuello del sol. // La realidad es la flor más marchita / en el jardín de las palabras”, escribe el autor de Éste es mi nombre (2006).

El lenguaje es una casa con horcones que huelen a resina recién cortada. La palabra no es el escenario ni tampoco la circunstancia ni la ocurrencia ni el suceso sino la contingencia. El sol mastica las sombras y las deshace. La codicia de la luz se traga las pertinencias. El hombre se ve obligado siempre a regresar a ese pequeño pueblo que es la infancia. “Soledad: jardín / con un solo árbol”, advierte Adonis, Premio Goethe 2011.

Párpados durmientes que pronostican la visita del sueño. Bordear la clavija del tiempo para no cruzar sus límites, para no deambular. Hay que asumir la “ausencia / para permanecer como pregunta”. Babel que nubla las conjunciones. Hay una asamblea en las quebradas de la noche. El poeta entra a la boca de la palabra para desempolvar las insinuaciones.

Ingreso a las ensenadas del cuaderno de versos Sombras para el deseo del sol (Vaso Roto, 2012) –traducción de Clara Janés--, rubricado por Adonis: un aroma de áloe barniza las evocaciones para que la andadura por el mundo sea un descubrimiento gozoso: huellas: validación del pasmo frente a la húmeda sucesión de sangre bosquejada en las puertas. El trovador, agraviado por todos, viaja por el declive y no cede: “no doy mi lenguaje sino a las raíces y la costumbre / de mi voz es alojarme en el sol del deseo – Babel”.

Compendio que reúne poemas que proceden de cartillas o libros colectivos que abordan la geografía humana del Medio Oriente. Tierra natal: verbo: confluencia que hiere. Infancia: pájaros, hebra y tamo que inundan la mirada. Viaje a la semilla: renovado sacramento: emancipación que cura las fisuras. El vocablo es tajo y vendimia: “la memoria del desierto en nuestra andadura hacia la falla”.

El poeta lleva un capacho en la espalda repleta de lisonjas que vierte después sobre las zanjas inundadas de simientes. Guijarro que es despojo: ropaje del pergamino. La conciencia se derrama y el versículo inflama el mundo. La obra poetica de Adonis es, más que todo, desierto ensimismado; pero, también grito que estalla en los ardores de la fruta. “Las cosas parecen rebaños / y las ideas lobos de plata”.

Dividido en seis apartados: “El poema de Babel”, “La mano de la nube”, “En el seno de un segundo alfabeto”, “La mano de la piedra dibuja el lugar (Tablilla de Petra)”, “Cuaderno, no para alguien, para leer mi desierto” y “Almanaque para el año 2001”: en Sombras para el deseo del sol, el juglar ha tomado la sangre como espectro: el cuerpo, agente que suscribe los pliegos(abandonos de espesura: mar: lecho: sudario plegado sobre el mundo). Un niño se columpia en los delirios: amasa las trasposiciones: devela el almanaque de la noche. “Es la sangre quien piensa, es el cuerpo quien escribe”.

Habla que navega por diferentes dársenas. Inflexiones mutantes que se arremolinan y derrumban las tapias desconocidas, retoman las aldabas y reconstruyen el preludio desdeñado. Hay una soledad que hospeda un ave: destierro que apacigua: esplendor que conduce al huerto donde sólo un árbol da sombra a los huérfanos que preguntan por el cálamo de Dios.

Acusadas trasnominaciones, las iconografías de Adonis: ascendentes/descendentes y polifónicas (ecos murmurantes: adagios flotantes), develan un universo en el que la palabra viaja en la intimidad de la metáfora. Salmos que son tules de opacidad presurosa: “El viaje me ha enseñado / a leer el tiempo / trazado por la mano de la nube”. Manual de incitante belleza y promiscuos cruzamientos: Ovidio, Jeremías, Pound, Perse, Eliot, Claudel, San Juan de la Cruz, Salomón, Juarroz, los Presocráticos, Isaías... Concomitancias y “antagonismos” con poetas cercanos a su cartografía como Mahmud Darwish, Saadi Yousef, Amjad Nasser o Qassin Addad.

Sombra para el deseo del sol: “Una escritura semejante a flores plantadas en campos de vidrio”.

Sombras para el deseo del sol
Sombras para el deseo del sol
  • Autor: Adonis
  • Género: Poesía
  • Editorial: Vaso Roto