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Carlos Urdiales

Entre la activista y el influencer; los inocentes

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ad-hoc con el día, rifirrafe entre la senadora con licencia y secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, y el comunicador y comediante Chumel Torres alrededor de lo que en 2016 la entonces legisladora tuiteó: “Si Morena gobernara la gasolina costaría 10 pesos”. A falta de mejores asuntos que atender, la agenda pública presta atención al debate. En tiempos de aquel tuit la gasolina costaba —promedio— 14 pesos por litro y cerró el sexenio de Enrique Peña Nieto (2018) alrededor de los diecinueve. Hoy raya los 24.  

Entre broma y veras la discusión borda si la mujer política debiera guardarse sus palabras o si la Cuarta Transformación convirtió al influencer en un crítico del sistema. Antes, obvio no lo era. Un logro más del nuevo régimen señala la líder partidista.

En medio de insulsa zacapela la realidad se impone. Con el suave tecnicismo de, “en términos reales”, prácticamente cualquiera marea al respetable al afirmar que no han habido aumentos… en términos reales; lo que implica jugar con elementos poco más complejos; inflación y crecimiento o decrecimiento del PIB para saber si los 24 pesos de hoy son los mismos 19 del final del periodo neoliberal y sólo traen en la panza la inflación de los años transformadores.

Y súmele —o réstele— el IEPS y los subsidios o apoyos de la SHCP que suben, que bajan según la temporada, pero que nadie explica con peras y manzanas —porque es algo menos simplón— como es que afectan esas variables el precio final, el que pagamos los automovilistas cada vez que paramos a repostar el vehículo.

Estas reyertas entre chairos transformadores y agudos fifís de renombre funcionan para entender: los políticos prometen, su chamba es vender esperanza, afirmar que si ellos/ellas estuvieran allí todo sería mejor y cuando están, entonces endosar facturas por el desencanto —o por la esperanza canonizante— al pasado, a los de antes, a los de afuera, a los que no eran críticos exactamente igual que se llevan lo suyo aquellas que sí eran críticas pero ahora, nos enteramos, tampoco eran de las simpatías de quienes hoy nos gobiernan.

Pero el litro de gasolina cuesta cada vez más en términos nominales, sin machincuepas neoliberales. Y el kilo de gas LP también. Y la comida igual. Y los autos nuevos y usados en las mismas. ¿Qué la inflación pandémica no es cosa de la casa, sino del mundo?

Seguro, pero ¿quién y cómo define una inflación transitoria, pasajera?, o cuando son impostergables políticas monetarias restrictivas a contracorriente de las que pide la recuperación. Si en 2019 la economía nacional prepandemia se contrajo 0.3 por ciento y en 2020 se desplomó a menos 8 por ciento, crecer en 2021, 5.5 por ciento ¿Será bueno, malo o regular?

Mientras pagamos más y ganamos menos, las cachetadas entre histriones de la vida pública animan el muy chafa debate público por la correlación entre los bolsillos y la hacienda pública. Cambiar para que todo quede igual.