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Carlos Urdiales

Éxito y desgracia transforman

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Polarizar y contrastar han sido, son y serán, medios para lograr la transformación que persigue el Presidente López Obrador.

Sacudir avisperos, tantos como pueda colgar en una mañanera y apalear; clases medias, científicos, UNAM, nuevos derechos —feminismo, ambientalismo—, Suprema Corte, organismos autónomos nacionales e internacionales; entusiasmo que nace de lo que define como el periodo más atroz de saqueo llamado neoliberalismo.

Provoca discusión, gana enteros; el Papa Francisco, sin proponérselo, alinea su llamado a la fraternidad y da dimensión al discurso doméstico; no ser egoístas, materialistas, etcétera.

Algunas zarandeadas las pierde, otras las inaugura, administra a su tiempo, ritmo y compás. Lo de la UNAM es más que un distractor, es declaración de intenciones, reclamo, aviso. Cada provocación se ajusta a trazos más gruesos, más importantes.

Narrativa épica cuya versión oficial se redacta a diario. La pandemia, ¿cuántos errores se enterraron con tiempo y olvido? Muchos, demasiados.

Peste domada, exagerada… López-Gatell erró estrategia y proyecciones. Murieron cientos de miles. Al final estamos de fiesta, celebración con asideros en la meta cumplida, vacuna mayoritaria. Y sí.

Campaña nacional que, efectivamente, roza las cifras que se planteó en las fechas que se prometió. De reconocerse, no de regatearse.

Pero igual debemos atender otras voces menos poderosas, de menor alcance como la del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que simultáneamente informó lisa y llanamente que en 2020 el Covid-19 fue, oficialmente, la segunda causa de muerte en el país.

Que la tendencia estadística brincó entre 2019 y 2020 de 747 mil 784, a un millón 86 mil 743. En el año pandémico las muertes se incrementaron 43.7 por ciento, más de un millón de decesos; 338 mil 959 defunciones adicionales; fenómeno para los que llevan la cuenta, tragedia para quienes lloran a sus muertos.

Comparado con los cinco años previos, el exceso de mortalidad fue de 326 mil 691. Como primera causa —históricamente lo han sido— las cardiopatías que, también se dispararon comparadas con el año anterior, llevan a hipótesis obligada; hubo muchos muertos con actas de defunción imprecisas.

Por cada diez mil habitantes, la capital es donde mayor cantidad de vidas se perdieron. El Covid-19 mató a 200 mil 256 personas, la diabetes fue la tercera causa; neumonía e influenza, cuyo conteo se disparó más de 30 por ciento, lleva al mismo derrotero teórico; muertos por Covid-19 fueron etiquetados como víctimas de otras enfermedades respiratorias.

Sin asumir nada, los incrementos fuera de proyección en infartos, neumonía o influenza y la escalada global de 338 mil muertes, pueden sumarse a los 200 mil 256 reconocidos hasta diciembre del año pasado. Más de medio millón, tal como vaticinaban expertos y científicos.

Vamos a olvidar que, por número de pruebas de detección aplicadas, México ocupa el sitio 166 a nivel global. Obviemos todas las comparaciones —odiosas y parciales— que hacen los de voz queda y quedémonos con la sonora palabra oficial que cuenta: “Somos ejemplo mundial en materia de salud”.

¿Desabasto de medicamentos? No ahora, no durante la apertura impostergable de toda la necesidad económica latente entre el pueblo.

Sí, es tiempo de reconocer que la campaña de vacunación fue un aprendizaje sobre la marcha, que se mejoró y alcanzó cifras diarias para presumir dentro y fuera.

La inexactitud del conteo fúnebre oficial permite que México luzca en las tablas que miden y jerarquizan aciertos o desastres nacionales, cifras de la Secretaría de Salud que no empatan con las del Inegi —se quedan cortas por supuesto—, constituyen insumos idóneos para explicar el ánimo celebratorio.

Éxito y tragedia son dos polos extremos, alto contraste que aflora en la estrategia que busca debatir todo, competir entre tirios y troyanos por ver quién gana aceptación en el imaginario colectivo.

La consulta popular para revocar —o no— el mandato de AMLO será otra aduana que demostrará de qué lado cae la buena percepción, del que la escribe con tinta fuerte a diario, o los apuntes precisos, espaciados de otras fuentes que no pueden con los otros datos.