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Homilía diplomática para aplacar a Godzilla y Kong

SOBRE LA MARCHA

Carlos UrdialesLa Razón de México
Por:

La visita del embajador del Vaticano en México, Franco Coppola, a Aguililla, Michoacán, tiene amplio significado político. El control territorial del corredor Jalisco-Guanajuato-Michoacán se disputa palmo a palmo por el crimen organizado.

El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el nuevo corporativo delincuencial producto de la suma de las narco-organizaciones de Sinaloa, Golfo y Santa Rosa, denominado Cárteles Unidos (CU), han convertido a la región en la más violenta del país.

El año pasado, entre Jalisco, Michoacán y Guanajuato, registraron casi diez mil asesinatos de acuerdo con la estadística del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública del Gobierno federal.

Aguililla, Michoacán, es desde hace meses epicentro de esta batalla sin cuartel entre los Godzilla y Kong del crimen estructural mexicano. A su capacidad financiera, logística, alcance internacional y desplazamiento de fuego el Estado hace frente con una polémica estrategia que, hasta hoy, no da resultado; lo mismo sucedió con la guerra de Felipe Calderón, ignorada por complicidad u omisión por Peña Nieto.

En esa zona el libre tránsito es una fantasía, al párroco de Aguililla, Gilberto Vergara, los lugareños piden cartas de recomendación para poder ir al Aguaje, localidad vecina cuyo trayecto es vigilado y controlado en temporadas por el CJNG otras por el CU, salvoconductos que a veces sirven.

Poblaciones enteras, rehenes del crimen. Los patrullajes de la Guardia Nacional, esporádicos y efímeros. Tierra caliente, tierra de nadie; al menos de nadie, constitucionalmente capacitado para gobernar.

Fenómeno que rebasa el alcance del gobierno de Silvano Aureoles, y que a nivel federal se ha convertido en un abierto desafío en cuyas provocaciones —imperio ilegal— las fuerzas del orden y la seguridad no caen, por razones complejas de entender sin un gran componente político.

Allá, el único enviado gubernamental, capaz de ir y volver en paz y a salvo, fue el nuncio apostólico Franco Coppola. Hombre de la Iglesia católica curtido en tareas diplomáticas en la África de la guerra; Coppola hizo lo que ningún representante gubernamental ha podido: cesar los bloqueos, la destrucción de carreteras y transitar libremente entre Aguililla, el Aguaje, y volver a Morelia.

Apenas el prelado enviado por el papa Francisco salió, los cortes a la circulación volvieron, el orden criminal se restableció y la amenaza para quienes allá sobreviven, regresó. Están habituados sí, pero hartos también. Rogaron al obispo su interseción para aliviar una penitencia que purgan sin pecar.

Homilía diplomática en el corazón de un territorio donde habitan 20 millones de mexicanos, adonde llegan tantos miles de millones de dólares por remesas familiares como a todo el país en inversión extranjera directa.

No hay misterio, donde está el botín, el corredor agro e industrial y los puertos, ahí es donde Godzilla y Kong se enfrentan, donde destruyen lo que tocan.

Allá fue el nuncio Coppola a ofrecer sus oficios políticos para ver si con su intermediación cesa la épica batalla. La clave, según el prelado, es la inclusión, no la polarización. Amén.