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Carlos Urdiales

El momentum Ebrard

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Por:

El oleaje mediático arrulla las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard. El thriller sanitario del momento; la entrega por capítulos de vacunas contra Covid-19.

Espectáculo mediático y futurismo optimista se conjugan. Con pocas vacunas, el canciller aspirante a Presidente, festina, “son el principio del fin”. Otros deslizan; es el principio, pero de su campaña.

Como si obra de Santa Claus fuera, tres mil dosis aterrizaron la víspera de la Nochebuena, de inmediato se aplicaron en brazos diestros y siniestros. Tres mil vacunas se esfumaron en un suspiro, apenas lo justo para foto, entrevista y transmisión remota desde Palacio Nacional.

Hubo personal médico que, con todo y cita, se quedó sin el mejor regalo posible para continuar la pelea contra la indomable pandemia. Para el martes 29, Marcelo Ebrard prometió 50 mil más. Pero la magia de la 4T adelantó el anhelado presente; este sábado aterrizaron otras 46 mil 900. Pocas aún y sin embargo, el jolgorio oficial se multiplica.

“Un milagro” dijo el Presidente López Obrador; en apenas un año la ciencia neoliberal descubrió el paliativo para aplacar al catastrófico SARS-CoV-2. Inolvidable 11 de febrero cuando el zar contra el Covid-19 fustigaba la “mitología” de la prensa amarillista que presagiaba, peligro sanitario extraordinario. López-Gatell impulsó la desidia colectiva al sentenciar que el Covid no sería peor que la influenza estacional.

Gracias a éste y a otros despistes científicos del médico-político de la 4T, Marcelo Ebrard encontró el camino; una ruta exigente, pero generosa; consagrarse como bateador emergente, relevista estrella de la novena presidencial. Ebrard arregla lo que otros descomponen, cultiva su proyecto soñado desde su andar al lado del fallecido Manuel Camacho Solís.

Ebrard construye optimismo, vende ilusión. Gatell administra la tragedia, prolonga agonías. Su protagonismo nos aprieta. El populismo pandémico promete vacuna universal y gratuita al tiempo que cancela la posibilidad para que empresas particulares compren el inoculante y alivien los apremios del sector salud público quebrado a media remodelación.

La 4T rompió el monopolio de la ilusión, arrebató la esperanza navideña. La felicidad de grandes y pequeños se esconde en una ampolleta congelada; la vacuna contra la muerte y la depresión económica. Hoy, la bondad no viste pañales ni usa traje rojo. Hoy, la fantasía la inducen profesionales de la salud pública custodiados por militares.

Así, los domadores de pandemias, aplanadores de curvas, místicos de la ciencia y grillos de la salud, hacen lo suyo, lograr que de más de 140 millones de vacunas anunciadas nos conformemos, momentáneamente, con ser primeros en tiempo, no en volumen, de América Latina, en tener la cura.

Haiga sido como haiga sido —diría el innombrable II— esta Navidad será recordada por marcar el principio del fin. Total, sin ilusión, fe y esperanza, no podremos sobrevivir al año maldito que desnudó penurias, debilidades y perversidades.

La pandemia erosiona al rockstar a pesar de los espaldarazos presidenciales, también, proyecta a un lugar sin límites al canciller que quiere ser Presidente. Al cierre del año, el momentum político es de Marcelo Ebrard. Inevitablemente, si las vacunas cunden hasta 2022 en algún punto la magia de la sanación pasará y entonces, otras virtudes cobrarán relevancia.

Disciplina, discreción, habilidad para mandar obedeciendo, Claudia Sheinbaum aguarda su tiempo. Favorita sentimental, la Jefa de Gobierno se aplica al límite de las arcas chilangas para mediar entre contención social e impulso económico que evite una catástrofe más en los bolsillos de millones que se congelan entre prevención y supervivencia.

La parejera Sheinbaum-Ebrard es una carrera de resistencia, astucia y olfato para detectar cuándo brillar y cuándo aguantar. Mientras el gabinete se precariza, las singulares figuras de una y otro crecen.

La popularidad y el poder presidencial gozan de cabal salud a pesar del país enfermo y asustado. Los horrores oficiales durante la pandemia, la presunción insensible, la ausencia de análisis y ajustes no despluman a ese ganso. Si algo distinto no ocurre, videoescándalos y denuncias documentadas serán sólo anécdotas en la hoguera de la vanidad mañanera.

Y en la plenitud del poder, un dedo desde Palacio Nacional señalará a su sucesor, como fue antes de los de antes. La luz de Ebrard o la sombra que guarece de tempestades a Sheinbaum. La pandemia cual arena política, telón de fondo, escenografía para un teatro político que recupera su viejo esplendor.