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Daniel Alonso

El año de la euforia

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Los últimos granos de arena del 2022 se pulverizan segundo a segundo entre recuerdos y postales que enmarcan un año trepidante. Nuestra época, que bien se ajusta a lo que muchos filósofos entienden como “la era de la información y la velocidad”, atraviesa su apogeo o su clímax; todo es cada vez más rápido.

Todo ha sido muy fugaz, apenas si tuvimos tiempo de disfrutar los momentos épicos que el deporte nos regaló en estos doce meses.

Probablemente mucho tuvo que ver el regreso (nuevamente en vilo) a la absoluta “normalidad”. Arrastrábamos como sociedad una asfixia del tedio, del encierro, de angustia y dolor. Después de meses y meses de incertidumbre, es lógico que ahora todos los espacios públicos aparecen abarrotados. A mediados del año en muchas naciones se declaró “el fin de la pandemia” y el ambiente multitudinario continuó desbocándose. Partidos de futbol o conciertos de música por citar algunos ejemplos, desataron la euforia colectiva.

¿Cómo explicar estos sentimientos y emociones con una sola imagen? Simple, una postal de Buenos Aires el día que sus campeones intentaron desfilar por la capital argentina lo ejemplifica perfectamente; el 10% de la población total del país sudamericano, es decir, cinco millones de habitantes, estaba desahogándose cada uno, a su manera, una locura total. No concibo cuantos millones de mexicanos desfilarían por avenida Reforma y sus alrededores si México fuera campeón del mundo, sólo imaginarlo me hace sonreír de lo divertido y épico que sería.

Me genera un poco de envidia, y no tanto el querer ganar el Mundial, sino el tener ese espacio legítimo para poder explotar con toda la libertad. Eso sí, en ese deseo imaginario, espero que en los aficionados mexicanos no se despierte la pulsión por querer subir, subir y subir, hasta caer inevitablemente. Tal vez un parámetro para medir y analizar la “cordura” nacional bajo los efectos de la euforia, fue el Gran Premio de México con la expectativa de ver a Sergio Pérez peleando el subcampeonato del mundo, y aún siendo en su mayoría aficionados de cierto sector acomodado, también se les escapaba la cabra, hasta el Checo se quejó del comportamiento.

Tan rápido pasó el tiempo, que no han caído en cuenta que ya falta poco para que México sea nuevamente sede de un Mundial que comenzó ya. Entiendo que tampoco ayudó mucho el desenlace poco sorpresivo del Tri en Qatar; tampoco ayuda que la Federación Mexicana de Futbol y todos sus directivos aún esconden su cabeza como avestruz (con perdón de las aves), pero espero apenas inicie el año y se presente el proyecto para que el futbol mexicano comience con su resurgimiento y, sobre todo, que la experiencia de albergar un mundial, aquí en México y en nuestro otro México cruzando la frontera norte, sea una experiencia mágica.

Se acaba el año 2022, un año lleno de euforia, arrebatos, locura y muchos impulsos en todos los espacios de índole personal y colectivo, en las tribunas, en las canchas, etc. La frase, “la gente ha enloquecido”, la escuché por todos lados y es la que resume estos últimos 361 días. Ojalá el próximo año ahora nos permita conseguir el equilibrio entre el frenesí y el tedio. Que el nuevo año nos siga maravillando con historias deportivas inspiradoras e inolvidables. Que el 2023 sea un año lleno de mucha salud, paz y sabiduría. Que sea un año feliz para cada uno de ustedes.