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El último tren del Vasco

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Pensar que lo peor ya pasó, es un error natural de la mente humana. Y si hablamos de cómo funciona el cerebro de los genios que dirigen el futbol mexicano, pues bueno, ya conocemos las ideas que producen cuando de resolver problemas se trata, por ejemplo “la mejor forma de apagar un incendio es con gasolina”. Y el fuego siguió creciendo desde hace años, ahora, al menos para sacar las papas, llega el bombero número uno del futbol mexicano, Javier Aguirre. El tiempo se agota y hacer el oso en nuestra casa, con nuestra gente, tiene a todos muy nerviosos.

Que Javier Aguirre dirija un tercer mundial no es descabellado. Para bien o para mal, es el único técnico mexicano que se desarrolló lejos de nuestros vicios, tiene en su currículum haber dirigido dos mundiales y otras selecciones como la de Japón y Egipto. Sus equipos en España nunca fueron los que mejor jugaron, pero siempre fueron aguerridos. Lo que realmente es incomprensible es el tiempo perdido. Son las formas en las que los federativos desperdician una y otra vez, la oportunidad de cimentar un proyecto con bases; pero los intereses primarios, los más banales, la necesidad de no perder el “control” se impone siempre.

Le tocó a Jaime Lozano ser uno más de la lista de títeres; inocentemente creyó que contaría con el apoyo de los que tienen su dinero circulando con el gran negocio de la Selección Mexicana; compró los discursos baratos y quemados de Duilio Davino y de Juan Carlos Rodríguez. Por más tentador que sea lo que te ofrecen, a veces es mucho más sabio decir que no, pero eso es de lo más difícil en la vida.

Javier Aguirre llega con más tiempo que en 2002 y 2010. Seguramente asumirá como entrenador con la libertad de convocar a quien se le dé la gana, con la seguridad absoluta que nada ni nadie lo tocará hasta 2026.

Y se podría creer que para un tipo como Javier Aguirre, con la facilidad de transformar las derrotas en aprendizaje, los problemas en oportunidades, de poder sacar un chiste en el momento más tenso, el pasado no debería pesar demasiado. Pero recientemente, en cada oportunidad que ha tenido, Javier Aguirre no ha podido evitar expresar el arrepentimiento de algunas decisiones que considera impactaron negativamente en el equipo. Del cambio de Ramón Morales, a la rueda de prensa con la gorra cubriéndole el rostro previo al encuentro de cuartos final en Sudáfrica. No podemos olvidar que el Vasco también tomó decisiones muy polémicas dentro y fuera de cancha y que una parte de la afición aún le reprocha.

Reconozco el valor de Aguirre de tomar nuevamente las riendas del Tricolor, de intentar por tercera ocasión, ser el líder de una selección que quiere marcar historia en un mundial de futbol. Y de ser ciertos los rumores, que la Selección Mexicana y el Mundial del 2026 sean el último proyecto en el que el Vasco Aguirre será entrenador, me parece bastante poético y valiente, porque la posibilidad de que México naufrague como lo hizo en Qatar hoy en día, es muy alta; pero estoy seguro de que el deseo de poder subsanar los errores del pasado y al menos regalarle a la afición una participación decente el próximo mundial, sería para Javier Aguirre sellar la paz con él mismo.