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David E. León Romero

Marruecos, en desastre

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Si de algo sabemos, es de sismos y de las emergencias y los desastres que producen. Envueltos en la bandera de la solidaridad y generosidad, hemos logrado ejecutar acciones eficaces de prevención, preparación y atención de emergencias y desastres derivadas de la sismicidad de nuestro territorio.

Mientras los ciudadanos desarrollamos nuestra rutina, cientos de miles de personas pertenecientes a los sectores público, privado y social se encargan de desarrollar programas, planes y políticas dirigidas a salvaguardar la integridad de nuestras familias.

Por ello, no nos es ajeno el dolor que provocan los efectos del sismo magnitud 6.8 ocurrido en Marruecos el pasado viernes, que ha dejado incompletas a más de dos mil familias que perdieron a alguno de sus integrantes, además de ver sus inmuebles y bienes muebles completamente destruidos. Los especialistas sostienen que los desastres no son naturales, sino socialmente construidos, y que el nuevo desastre ocurre cuando hemos olvidado el desastre pasado. Por lo mismo, resulta fundamental brindar toda nuestra solidaridad y apoyo a las familias marroquíes, además fortalecer nuestras acciones en materia de gestión integral de riesgos, siendo habitantes de un extraordinario territorio repleto de riquezas que traen aparejados riesgos.

Lo ocurrido en Marruecos podría suceder en cualquier instante en distintos puntos del planeta. El epicentro se registró a aproximadamente 18 kilómetros de profundidad y a poco más de 70 kilómetros de Marrakech (ciudad con poco menos de un millón de habitantes), caracterizando así el sismo de mayor magnitud que ha sacudido aquella región en los últimos 120 años. Los inmuebles más antiguos han sido los que mayores afectaciones han registrado.

Con el pasar de las horas, el número de personas lesionadas y fallecidas, ha incrementado considerablemente. Las muestras de apoyo y solidaridad por parte de distintas naciones no se han hecho esperar. Las horas de mayor angustia y dolor transcurren, y serán el prólogo de un complejo proceso de atención del desastre y eventual recuperación del mismo.

Momento de apoyar en la medida de lo posible, y de redoblar esfuerzos para fortalecer la cultura de la Protección Civil en nuestro país. Gran ejemplo de ello, el que nos brinda el Servicio Sismológico Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México, que realiza una extraordinaria labor en pro de los mexicanos y que en los próximos días inaugurará una sede alterna a la ubicada en la Ciudad Universitaria, buscando garantizar la continuidad de operaciones en caso de que un desastre pudiera causar estragos en la sede actual; es decir, ¿qué pasaría si desafortunadamente un sismo daña al Sismológico? Así, con recursos de diferentes fuentes, el querido Sismológico garantizará brindarnos información precisa y oportuna sobre la sismicidad en nuestro territorio. Merecido reconocimiento para los integrantes del Instituto de Geofísica y al doctor Enrique Graue, que por muchos años trabajaron para concretar este gran proyecto.