a

Otra vez Chalco

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
 *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Es momento de recordar el texto de Fabiola Pérez Baleón y Esther Rincón Reyna, concluido en el 2020 y que lleva por título Volver a empezar prácticamente con nada, un valiosísimo trabajo en el que abordan las tres grandes inundaciones que sufrieron los habitantes de Chalco, Estado de México, en la primera década del presente siglo, es decir, entre el año 2000 y el 2011.

Entre las líneas se concluye que: “Tanto la población como el Gobierno no se encuentran preparados ni coordinados para afrontarlas, por lo que, de llegar a suceder, se actuará de manera reactiva, como ya antes ha sucedido”.

Y no es que las autoras tuvieran una bola de cristal, sino que la construcción del riesgo sigue presente y, por ende, ante la aparición del fenómeno natural, el desastre aflora automáticamente. Dolorosamente las familias en Chalco viven hoy los estragos de una nueva inundación, mientras el sector privado, público y social, intentan remediar la situación.

Volver al lugar común: debemos apostar por la prevención; un peso invertido en prevención, ahorra entre siete y 15 pesos en atención de emergencias y desastres. Si bien contamos con un Atlas Nacional de Riesgos que nos permite conocer los riesgos que el territorio presenta, es necesario que todas las acciones en él tengan un componente preventivo; si no logramos incorporar las estrategias de prevención en cada una de las acciones en las que el sector público y privado invierten, será prácticamente imposible mitigar riesgos y evitar —en cierta medida— emergencias y desastres, derivado de que el presupuesto es finito y desafortunadamente no puede ser sólo destinado a obras de prevención.

El desastre se construyó con la suma de condiciones, decisiones y omisiones, entre las que destacan la falta de infraestructura adecuada, el deficiente manejo de los residuos sólidos, las características geográficas, la aparición de las lluvias y la suma de caudales de sus escurrimientos.

Quiero aprovechar unos segundos para recordar la vocación de Chalco como una zona lacustre, es decir, como un lago que se terminó secando por diversas causas, pero que recupera sus condiciones originales de cuando en cuando. Los asentamientos comenzaron a formalizarse hasta lo que hoy conocemos, como una ciudad asentada en el lecho de un lago.

En el 2000, tras 24 horas de lluvia y la ruptura del canal de La Compañía, la inundación afectó a más de cuatro mil viviendas; en el 2010, el caudal provocado por dos días de lluvia detonó una nueva ruptura del canal, lo que se tradujo en dos mil hogares afectados; un año después, una tercera fisura en el canal provocó una nueva inundación que afectó 400 viviendas; por último, este 2024 la coincidencia de factores provocó la afectación de al menos dos mil viviendas, recordándonos la enorme vulnerabilidad que la población del sitio presenta.

El nuevo Gobierno tiene frente a sí, una gran oportunidad para dejar de gestionar emergencias y apostar por la prevención en cada una de sus decisiones, y así, paulatinamente, mitigar el riesgo y con ello, disminuir las emergencias y los desastres.