a

¿De a cómo el kilo?

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Las autoridades informaron la semana pasada que en los primeros 10 días del mes pasado se sustrajeron 530 metros de cable de alta tensión, de alimentación de tracción y señalización, del Metro. En equivalencia a kilos, tres mil 710.

También aseguraron que desde el 12 de enero que llegó la Guardia Nacional a vigilar los pasillos y andenes del subterráneo, este ilícito se redujo en más de 60 por ciento y que el último robo registrado fue de 209 metros, lo que vienen siendo mil 483 kilos.

Si es el crimen organizado o no —eso lo dirán las investigaciones— lo que sí podemos hacer aquí es un ejercicio de sumas, restas y multiplicaciones para saber a cuánto equivale lo robado.

En el negocio del “kilo” el cobre se cuenta en el top de los metales. Se clasifica en dos: cobre de primera y cobre de segunda.

El más comercializado es el cobre de segunda, se trata del desperdicio de las tuberías, gas y agua en las construcciones. Su valor ronda los 130 pesos el kilo.

Luego viene el cobre de primera, que es el que viene del cable, y los comerciantes lo identifican, entre otras cosas, porque brilla. Este metal ronda los 150 pesos el kilo en los negocios del fierro viejo. Ellos, a su vez, lo revenden a otros intermediarios de las fundidoras de metales.

Suponiendo que los datos oficiales sean ciertos, los tres mil 710 kilos de cable robado durante los primeros 10 días de este año, equivalieron a más de medio millón de pesos. ¡Ay ojón!

En tanto que lo robado a partir de la llegada de la Guardia Nacional ascendería a más de 200 mil pesos. En pocas palabras, el negocio sigue dejando muy buena lana y una ganancia “fácil” para los amantes de lo ajeno.

Las autoridades aseguran que las investigaciones para saber dónde se compra y dónde se vende el cable del subterráneo siguen en curso. Pero no hay que ser Sherlock Holmes para salir y averiguarlo en la calle.

Dicho lo anterior, este duende salió a preguntar a varios negocios de desperdicios industriales de la Ciudad de México. Algunos reconocen que de vez en cuando “trabajadores” de empresas llegan en camionetas de redilas con rollos de cable que supuestamente “sobró” o se olvidó en obras.

Otros comerciantes advierten con letreros, que el cobre de primera sólo se compra si se le retira el aislante que trae los logotipos de las empresas de donde se sustrajo (incluido, en ocasiones, el Sistema de Transporte Colectivo).

Algunos negocios más se niegan a comprar el cobre “en rollo”, porque saben de antemano que su origen es ilícito.

Hay personas a las que seguramente se les hace fácil robarse el metal y venderlo en el kilo, sin ponerse a pensar que la sustracción de este material ocasiona cortocircuitos, retrasos en el Metro y hasta accidentes fatales como el que tuvimos hace apenas 2 semanas.

Ojalá que las autoridades capitalinas den con los responsables de este delito, pero sobre todo, que se presente una investigación seria de cómo operan estas mafias, que hasta el momento, gozan de total impunidad.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!!!