a

Francisco Reséndiz

Morena y las dudas sobre la encuesta

LAS BATALLAS

Francisco Reséndiz
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Al interior de Morena —me dicen— hay una incertidumbre real sobre el trabajo que iniciaron ayer cinco encuestadoras para definir quién será el personaje que encabece los esfuerzos morenistas hacia el 2024, en relevo de Andrés Manuel López Obrador, y se convierta en su próximo candidato presidencial.

Las dudas nacen desde la luz y la sombra de las malas experiencias que han tenido los liderazgos lopezobradoristas con las casas encuestadoras, que en en sus mejores prácticas generan información valiosa para la toma de decisiones tanto de gobiernos como de los partidos políticos y que sirven de insumos para la definición de los electores.

Pero hay un lado oscuro que los dueños de las casas encuestadoras han destinado mucho tiempo para hacerle frente y confrontar a quien lo sugiera y tratarlo de mentiroso, pero es una realidad.

En sus peores prácticas, estas empresas negocian con los interesados, hacen muestreos sin rigor metodológico y sus resultados los divulgan a través de medios de comunicación con prestigio o de diferentes plataformas, como reales a fin de crear un posicionamiento artificial para un candidato o candidata a un puesto de elección popular.

Esas ferias de encuestas —con muestras “representativas” de entre 400 y mil personas entrevistadas por teléfono en algunos casos o visitándolas en sus domicilios con credencial de elector en mano, en otros— se levantan cotidianamente con miras a influir, al momento de ser consultados, en la opinión de ciudadanos que aun no definen su voto.

Y sí, es una práctica que los mismos encuestadoras reconocen en corto y no sólo eso; si un personaje le pide una encuesta y no se la paga porque los resultados no son como los esperaba o le son adversos, los mismos empresarios la colocan en prensa para golpear la aspiración de quien los contrató. La revancha a través de los usos y costumbres, pues.

Así pues, desde ayer cinco empresas —cuyos nombres se mantienen en secreto— han iniciado el levantamiento de sus respectivos estudios para definir quién será el próximo candidato presidencial del movimiento de la 4T y, muy posiblemente, el próximo Presidente de la República.

Pero a la par de esa desconfianza de los líderes morenistas por malas experiencias con encuestadoras, hay antecedentes que los llaman a la reflexión.

Se ha dado una guerra de encuestas donde sistemáticamente Claudia Sheinbaum ha aparecido en promedio diez puntos por encima de Marcelo Ebrard y la víspera, dadas a conocer un día después de que las corcholatas concluyeron 70 días de recorridos por todo el país para promocionarse entre la población, con una mayor distancia.

En tanto en su cuarto de guerra, Ebrard y su equipo analizan resultados de otras casas encuestadoras que dan un empate técnico.

Incluso en la dirigencia nacional de Morena lo tienen detectado. Me hacen ver que si se saca un promedio entre las casas que dan una ventaja sostenida a Sheinbaum, y las encuestas difundidas en el cuarto de guerra de Ebrard esperan una competencia en la que no se podrá dar un ganador hasta concluir el análisis de los resultados… aun no hay ningún derrotado.

El debate interno es fuerte, la desconfianza crece, y la posibilidad de que el resultado de la encuesta no reciba el respaldo de todas las corcholatas es real. La tercera vía comienza a ser analizada por más de un aspirante. Al tiempo.

RADAR

Y en ese mar de encuestas también están las que se realizan de cara a la definición de quien en diciembre será la candidata del Frente Amplio por México que agrupa a PRI, PAN y PRD. Ayer, entrevistado en la sede nacional del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, reconoció que las encuestas no favorecen a su correligionaria Beatriz Paredes.

Me comentan que el PRI de Alito ha entrado en un profundo proceso de negociación con el PAN, a fin de que el tricolor mantenga posiciones y fuerza en la construcción de la candidatura presidencial opositora, de los espacios para disputar posiciones en el Congreso de la Unión, en la definición por las candidaturas a gobiernos de nueva entidades que habrán de disputarse en 2024, entre ellas, la Ciudad de México. Todo se calienta.