a

Gabriel Morales Sod

Bidenomics

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

De cara a la campaña presidencial en Estados Unidos, el presidente Biden y su equipo han comenzado una campaña nacional para promover sus logros económicos, resultado de una serie de políticas que han denominado como bidenomics. Biden sabe que en una elección tan cerrada serán probablemente las percepciones de los ciudadanos sobre la economía las que determinarán al triunfador.

En el papel, el desempeño de la política económica del presidente ha sido exitoso. La inflación está relativamente bajo control y los niveles del desempleo se encuentran cerca de su bajo histórico; es decir que, hasta el momento, la política monetaria agresiva del Tesoro, junto con otros factores externos, ha contribuido a desacelerar la economía sin causar una recesión. Sin embargo, de acuerdo con las encuestas, menos de 40 por ciento de la población tiene una percepción positiva de la economía estadounidense y el desempeño del presidente en este ámbito.

Biden, entonces vicepresidente, formó parte del equipo encargado de desarrollar la política económica en respuesta a la recesión de 2008 durante el primer gobierno de Obama —respuesta que, aunque eventualmente logró sacar al país de la crisis, profundizó la recesión y resultó en un aumento masivo de desempleo—. Con esta cicatriz en mente, Biden tomó la decisión desde el inicio de su gobierno de responder a la crisis económica que causó la pandemia con agresividad, a pesar de que algunos economistas predijeron que la inversión gubernamental masiva podría sobrecalentar a la economía. El paquete de rescate de Biden, junto con la promulgación de un paquete de gasto masivo en infraestructura y la Ley de Reducción de Inflación (que incluyó un aumento significativo de impuestos para grandes empresas y una inversión masiva en políticas para combatir al cambio climático), introdujo cantidades exorbitantes de dinero a la economía, contribuyendo a su crecimiento y al bajo desempleo. Sin embargo, la inflación pronto pegó en los bolsillos de los estadounidenses. Varios factores internacionales contribuyeron a que la inflación se redujera, entre ellos la mejora de las cadenas de transportación, que tuvieron serios problemas durante la pandemia, y la baja de los precios del petróleo. El gran logro de Biden fue promover una combinación de conservatismo fiscal en política monetaria e inversión pública masiva en paralelo, controlando la inflación sin causar una recesión. Receta que después de difíciles meses ha comenzado a rendir frutos.

No obstante, el hecho de que las cosas podrían estar mucho peor y el país en una profunda recesión no son buenos argumentos para convencer a los votantes. A pesar de que la inflación ronda ya el tres por ciento, los precios siguen altísimos como hace un año. Algunos economistas sugieren que lo peor está detrás y que se espera que Estados Unidos salga de esta crisis sin heridas graves. Si éste continúa siendo el caso, es probable que en un año Biden tenga el tiempo suficiente para mejorar sus números de cara a la elección.