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Gabriel Morales Sod

La inflación, ¿hasta cuándo?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La inflación ha caído como un balde de agua fría para millones de familias alrededor del mundo, cuando apenas se recuperaban de la recesión que causó la pandemia de Covid-19. A pesar de que algunos economistas y bancos centrales predijeron que para estas alturas del año se detendría el aumento acelerado de los precios, la inflación ha seguido su curso, provocando esta semana una importante respuesta de los bancos centrales en Estados Unidos y Europa.

La Reserva Federal de Estados Unidos anunció el mayor aumento a sus tasas de interés en 30 años, en un intento de enfriar la economía y detener la inflación. Sin embargo, las variables detrás de la inflación son tan impredecibles y multifacéticas que incluso una respuesta de esta envergadura podría fallar en detener el flujo inflacionario.

El primer flujo inflacionario proviene de las peculiares circunstancias que ocasionó la pandemia en la economía. Por un lado, las cuarentenas irrumpieron con las cadenas de producción e importación, generando escasez y retrasos en la distribución de bienes; a la par, la pandemia provocó el aumento en la demanda de bienes. En lugar de gastar en servicios, entretenimiento y turismo los consumidores decidieron aumentar su gasto en productos de todo tipo. Prácticamente todo el mundo ha abandonado la estrategia de las cuarentenas; sin embargo, China, el principal productor de bienes en el planeta, continúa con su política de cero Covid-19, lo cual ha impedido la recuperación del ritmo en las carreras de producción y distribución de bienes. El segundo flujo inflacionario proviene de la recuperación de la economía mundial, después de los meses más duros de la pandemia. Algunos economistas argumentan que el origen inflacionario estuvo en el gasto excesivo (según ellos) de los gobiernos para tratar de sacar a sus economías de la recesión. Sin embargo, aun cuando esto fuera cierto, cosa que la Fed ha rechazado, el gasto público fue el que mantuvo a miles de familias a flote durante tiempos difíciles. El tercer flujo inflacionario proviene de las consecuencias económicas de la invasión rusa en Ucrania, uno de los principales productores de comida en el área. Además de que el aislamiento de Rusia ha tenido consecuencias serias sobre todo en Europa, donde muchos países dependían de sus energéticos. Por último, el cuarto flujo inflacionario proviene de los países productores de petróleo, quienes no han querido aumentar la extracción del hidrocarburo y, por tanto, bajar su precio, beneficiándose así de enormes ganancias a costas del consumidor.

En resumen, no se trata solamente de un escenario donde la economía esté creciendo aceleradamente y se necesite ponerle freno para evitar un crecimiento excesivo de los precios, sino que otros factores independientes al crecimiento están causando un alza de precios artificialmente, por decirlo de alguna manera. Cuando un banco central sube las tasas de interés motiva a las personas a ahorrar más (por el interés más alto) y a gastar menos.

Esto a su vez se traduce en una desaceleración de la economía y la pérdida de empleos. Es decir que los bancos centrales deben hacer un difícil balance entre

desempleo e inflación. Balance que se hace más complicado, porque los factores externos, como la guerra en Ucrania, añaden aún más incertidumbre a las políticas económicas de los países. Se espera que éste sea el pico de la inflación; sin embargo, a diferencia de otras épocas, es casi imposible predecir si las expectativas se cumplirán.