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Guillermo Hurtado

Adolfo Castañón en una nuez

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El 8 de agosto pasado, Adolfo Castañón cumplió 70 años. Según él nos cuenta, aprendió a leer a los cuatro años. No sabemos cuántos miles de libros habrá leído desde entonces, lo que sí sabemos, gracias a su obra más reciente, En una nuez: guía de mis libros (1977-2022), México, Bonilla y Artigas, 2022, es que ha publicado más de 140 libros en sus 44 años de labor intelectual.

En esos 140 libros y en otros miles de notas, artículos, videos y programas de radio, Castañón ha cubierto casi todos los territorios de las letras: poesía, cuento, ensayo, artículo, crónica, traducción. La palabra “polígrafo” lo describe de manera redonda, aunque sea una palabra un poco chocante, porque también denota la máquina aquella que detecta mentiras, pero en este caso, la palabra cumple de manera entera con su significado original, el de una persona que domina todos los géneros de la escritura, que tiene una obra descomunal, que es un reconocido erudito.  

Su paso por el Fondo, en diversas administraciones, lo forjó como uno de los editores más destacados del México del siglo anterior. Después de cumplir con su ciclo en el Fondo, Castañón ha continuado su trayecto en instituciones tan destacadas como El Colegio de México, la editorial Siglo XXI y la Academia Mexicana de la Lengua

 Castañón ha recopilado una especie de fichero de sus libros que será de utilidad para sus lectores. Sin embargo, como lo aclara él mismo en el prólogo de En una nuez, lo que ha hecho es compilar un inventario que será la base sobre la cual escribirá una obra semejante a la Historia documental de mis libros de Alfonso Reyes. Cuando uno habla sobre Castañón, tarde o temprano tiene que mencionar a Reyes. No sólo porque el primero ha escrito profundos ensayos sobre el segundo, sino porque podría decirse que la carrera intelectual y literaria de aquél se ha hecho a la vera de éste. Como el propio Castañón lo reconoce, Reyes ha sido para él un “faro y referencia”. Aunque también habría que decir que, si bien la figura de Reyes ha sido la más influyente en la obra de Castañón, no es, de ninguna manera, la única que le ha servido como faro o referencia. Otros autores mexicanos y extranjeros también han cumplido con ese rol. Entre los primeros, sin duda, está Octavio Paz y, entre los segundos, Michel de Montaigne.  

Adolfo Castañón, en una foto de archivo.Foto: CNL-INBAL

 Alfonso Reyes murió a los 70 años. Anticipando su fin, dejó preparadas no sólo sus Obras completas, sino el libro al que ya me he referido, Historia documental de mis libros, que es una obra sui generis que se mueve entre la autobiografía, la historia intelectual y la historia bibliográfica. La vida de Reyes estuvo hecha de libros, leídos y escritos. Lo mismo se puede decir, con toda exactitud, de la vida de Adolfo Castañón. En vez de contar su vida por años, quizá habría que contarla por libros. Sin embargo, ello no debe dejarnos con la idea de que Castañón ha sido una especie de ermitaño de biblioteca. Castañón ha participado en numerosas empresas, academias y asociaciones en las que ha dejado profunda huella. Durante muchos años fue uno de los pilares del Fondo de Cultura Económica. Su paso por el Fondo, en diversas administraciones, lo forjó como uno de los editores más destacados del México del siglo anterior. Después de cumplir con su ciclo en el Fondo, Castañón ha continuado su trayecto en instituciones tan destacadas como El Colegio de México, la editorial Siglo XXI y la Academia Mexicana de la Lengua. Su recorrido por ellas ha dejado una estela de libros, propios y ajenos, muy impresionante. Pero quisiera insistir en que el legado de Castañón en la cultura mexicana no sólo se mide en libros, sino también en seres humanos, en una legión de amigos, colegas, colaboradores y discípulos.  

La palabra “polígrafo” lo describe de manera redonda, aunque sea una palabra un poco chocante, porque también denota la máquina aquella que detecta mentiras, pero en este caso, la palabra cumple de manera entera con su significado original, el de una persona que domina todos los géneros de la escritura, que tiene una obra descomunal, que es un reconocido erudito

Esto último puede constatarse en otra obra que ha aparecido este año: Catorce voces sobre los 70 años de Adolfo Castañón, editado por José Alfredo Cabrera y publicada en este mismo año por Bonilla y Artigas. En ese libro, catorce amigos de Castañón escriben sobre su persona y su obra con admiración y cariño. Son catorce amigos más jóvenes que él que se han reunido para rendirle un merecidísimo homenaje. Yo también, en estas breves líneas, quisiera unirme a esas voces para agradecer a Adolfo Castañón por la gigantesca labor que ha realizado en favor de la cultura mexicana e iberoamericana y, además, por su amistad, siempre inteligente y generosa.