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Guillermo Hurtado

Habitación, estancia y vivienda

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Por:

En su ensayo “Bauen, Wohnen, Denken” (traducido como Construir, habitar, pensar, Barcelona, La oficina, 2015), Heidegger reflexionó sobre el sentido ontológico de que alguien habite una casa o la construya. El filósofo alemán rastreó las raíces etimológicas de los conceptos de Bauen (construir) y Wohnen (habitar) para llegar a conclusiones que han sido cruciales para la filosofía de la arquitectura. El ensayo de Heidegger parte de un análisis del idioma alemán. Quienes adoptemos como punto de partida la lengua española tendríamos que tomar otras rutas.

La ontología tradicional estudia dos categorías fundamentales: la esencia y la existencia. Una ontología fundada en el idioma español, incluye además otras dos categorías: el haber y el estar. Esta riqueza del idioma español es una ventaja que tenemos los filósofos iberoamericanos sobre otros colegas, por ejemplo, los angloparlantes, con idiomas más pobres en categorías ontológicas.

Hay tres palabras en español que forman parte del vocabulario común y que están cargadas de densos sentidos ontológicos: “habitación”, “estancia”, “vivienda”. Estos tres conceptos no sólo son centrales para formular una filosofía de la arquitectura, sino también para una filosofía de la existencia humana.

El verbo “habitar” viene del latín “habitare”, un frecuentativo de “habere”. Los verbos “haber” y “habitar”, por lo mismo, tienen la misma raíz. El dato es revelador para una ontología de la habitación tomada como un sustantivo, es decir, del lugar habitable de una casa. No está de más recordar que Agustín Basave propuso en su Tratado de Metafísica (1982) una teoría de la habencia en la que afirmaba que el objeto de estudio de aquella disciplina filosófica no podía ser el ser en abstracto, sino lo que hay; mejor dicho, todo lo habido y por haber. La valioso de una casa es que se puede habitar, que ahí está.

En México llamamos “estancia” a la sala, es decir, a la habitación de la casa en la que uno está en compañía de la familia o de las visitas (en Argentina también existe el significado de “estancia” como una finca rural, semejante, aunque no igual, a lo que en México se conoce como “hacienda”). En su libro El tiempo vivido (1985), Ramón Xirau reflexionó sobre la condición de estar como diferente de la condición de ser. La característica de la existencia humana es que se despliega en un estar aquí y ahora. Lo valioso de la casa es que no es una idea sino que está presente, que se puede vivir en ella.

Por último, una vivienda es cualquier sitio, no importa cuán modesto, en donde se vive bajo un techo y entre cuatro paredes. La frase “vivienda popular” se usa en México para denotar a las casas de bajo costo. Muchas veces, esa vivienda popular es autoconstruida, es obra de un sujeto o un grupo de ellos que les permite sobrevivir. La ontología de lo humano es una ontología de la vida, no sólo de su vida orgánica sino de su vida cultural. La base material de la primera es el cuerpo, la base material de la segunda es la casa. No tener casa propia, por lo mismo, es casi como no tener cuerpo propio, como no ser dueño de uno mismo, esclavo de alguien más. La casa propia es la realización material de la vida autónoma. Por lo mismo, resulta tan extraño a los extranjeros que llegan a México escuchar aquello de que “mi casa es su casa”. ¿Cómo puede hacerse con seriedad semejante oferta?

Por último, recordemos la diferencia entre la casa y el hogar. La palabra “hogar” viene del latín “focus” que significa el lugar donde se hace la hoguera. La casa puede ser oscura y fría. El hogar tiene luz y calor. No nos basta el resguardo de los peligros del exterior, la casa; queremos, además, disfrutar los placeres del interior, el hogar.

Me he limitado aquí a recordar algunas pistas lingüísticas —algunas de ellas ya desarrolladas por filósofos mexicanos— para una ontología iberoamericana de la arquitectura. Hay otras palabras con resonancias ontológicas que merecerían nuestra atención como “residencia” y “morada”. Estos atisbos onto-lingüísticos no son sino prolegómenos para una ontología de la arquitectura mucho más desarrollada que tendría que adoptar otros métodos para arribar a sus conclusiones.