a

Guillermo Hurtado

El nihilismo mexicano

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Mario Teodoro Ramírez ha publicado un libro que se distingue, dentro del grisáceo medio académico mexicano, por su originalidad, entereza y resonancia. En El nihilismo mexicano (México, Bonilla y Artigas/ Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2022), Ramírez nos ofrece un ejemplo encomiable de cómo se puede, en pleno siglo XXI, hacer una filosofía sobre México, desde México y para México.

Ramírez sostiene que los mexicanos hemos padecido, desde siempre, incluso desde antes de la conquista española, de un pernicioso nihilismo. Ese nihilismo se manifiesta de innumerables maneras: en nuestra actitud destructiva, resentida, cínica frente a los demás; en nuestra proclividad a la mentira, al engaño y al fingimiento; en la crueldad con la que tratamos a nuestros congéneres; en nuestro desprecio por la vida humana; e incluso en nuestro culto a la muerte, personificado de manera escalofriante en la figura de la Santa Muerte.  

Para superar este nihilismo, afirma Ramírez, es preciso que los mexicanos seamos capaces de formular otra visión del mundo que nos permita disfrutar de manera plena de todas las posibilidades que nos ofrece la existencia. La misión de la filosofía mexicana debe ser la de colaborar en la formulación de esa nueva cosmovisión

Para superar este nihilismo, afirma Ramírez, es preciso que los mexicanos seamos capaces de formular otra visión del mundo que nos permita disfrutar de manera plena de todas las posibilidades que nos ofrece la existencia. La misión de la filosofía mexicana debe ser la de colaborar en la formulación de esa nueva cosmovisión. Para lograr lo anterior, Ramírez propone que la filosofía mexicana recupere algunas de las líneas de reflexión de pensadores como Samuel Ramos, Jorge Portilla y, sobre todo, Luis Villoro y que, además, desarrolle una versión propia de la corriente filosófica del llamado “nuevo realismo”, impulsado en Europa por autores como Quentin Meillassoux y Markus Gabriel.  

Al igual que Samuel Ramos, que en 1940 proponía la formulación de un nuevo humanismo para la salvación de México y de la humanidad entera, Ramírez también propone un neohumanismo desnihilizado que siente las bases de un México nuevo y de una nueva etapa de la humanidad. Al igual que Ramos, Ramírez, considera que el nuevo humanismo requiere de una concepción realista y universalista de los valores. Los mexicanos debemos reconocer que hay hechos morales, que hay cosas que son buenas o malas por sí mismas y no porque así se puedan describir desde una perspectiva. Sin embargo, como afirmaba Jorge Portilla en su libro La fenomenología del relajo, no basta con que los mexicanos aceptemos a regañadientes que existen esos hechos morales, hace falta, además, que tengamos una actitud adecuada frente a los valores en cuestión. Si no adoptamos libremente esos valores, si no los hacemos nuestros, el realismo moral no bastará para superar el nihilismo.  

Mario Teodoro Ramírez, en una foto de archivo.Foto: Especial

  Ramírez sostiene que si queremos tomar en serio el proyecto de una transformación de México, es decir de una transformación profunda, axiológica, incluso ontológica de los mexicanos, debemos contar con una nueva filosofía que encauce esos esfuerzos de manera correcta. En ese sentido, el proyecto de Ramírez va más allá de la filosofía, más allá de nuestro pasado, para plantearse como un proyecto colectivo, como una propuesta de futuro compartido. Sin embargo, Ramírez no adopta la posición ingenua de que la filosofía basta, por sí sola, para lograr esa transformación: se requiere de la confluencia de otros factores que permitan cambiar el mundo —y no sólo México, por supuesto— de manera radical. Frente a la contingencia de la realidad, frente a la inmanencia de todo lo que existe, debemos construir un nuevo sentido, un mejor sentido de nuestra existencia. La misión de la filosofía mexicana, por lo anterior, no debe limitarse a imaginar un neohumanismo posnihilista para México, sino para la humanidad entera.  

Ramírez sostiene que si queremos tomar en serio el proyecto de una transformación de México, es decir de una transformación profunda, axiológica, incluso ontológica de los mexicanos, debemos contar con una nueva filosofía que encauce esos esfuerzos de manera correcta. El proyecto de Ramírez va más allá de la filosofía, más allá de nuestro pasado, para plantearse como un proyecto colectivo

  La propuesta de Ramírez enfrenta la siguiente objeción: su diagnóstico de que el nihilismo ha sido una característica endémica de lo mexicano no se ajusta por completo a la realidad. El mismo Ramírez reconoce que en la cultura mexicana hay elementos contrarios al nihilismo, como la alegría existencial, la espiritualidad popular y el aprecio por la vida comunitaria. ¿Acaso Ramírez comete el error de juzgar el todo por la parte? Aunque no aceptamos la tesis, quizá extrema, de Mario Teodoro Ramírez acerca del peso del nihilismo dentro de la realidad mexicana, su análisis no pierde valor. Los mexicanos debemos combatir con toda nuestra inteligencia y con toda nuestra voluntad a las fuerzas siniestras que nos empujan hacia el vacío, hacia la oscuridad y hacia la nada.