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Festival de Eurovisión muestra su cara más hipócrita

DESDE EUROPA

Héctor Badillo
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

A pesar de las manifestaciones y críticas del mundo artístico, los fanáticos, concursantes y gran parte de la sociedad europea, el festival musical de Eurovisión mantuvo la representación de Israel tratando de tapar el sol con un dedo.

Después de la Segunda Guerra Mundial se creó el Festival de la Canción de Eurovisión con los países miembro de la Union Europea de Radiodifusión para unir, mediante el arte, a un continente devastado por la guerra.

Los organizadores del festival internacional no se casan de asegurar que es un evento apolítico; sin embargo, en sus inicios fue una iniciativa creada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte como medio para difundir contenido cultural e ideológico a favor de la OTAN en medio de la Guerra Fría.

Inclusive el Festival de la Canción de Eurovisión está inspirado en el festival de bandas militares de Francia, lo que asentó las bases del concurso y después se modificó hasta lo que ahora se conoce no sólo en Europa, sino también en otras partes del mundo, donde se siguen las transmisiones.

Los países participantes saben, sobre todo de Europa del este y naciones fuera del radar europeo, que Eurovisión es un trampolín hacia Occidente que les permite dar a conocer su cultura y realidad social a través de la música.

Ante este panorama se entiende porqué a Rusia sí le fue negada su participación en el certamen de 2022 tras la invasión a Ucrania; pero Israel sí pudo mantener a su abanderada hasta la final del concurso que fue este fin de semana, a pesar del terrible genocidio cometido contra los palestinos.

De nada sirvieron las miles de firmas que recolectaron artistas de Suecia, país donde se llevó a cabo la edición 68 del Festival Europeo de la Canción, ni las decenas de protestas en las calles del país escandinavo y otras capitales de Europa para pedir la expulsión de Israel.

Durante el transcurso de las galas musicales, se les prohibió a los asistentes y artistas participantes que utilizaran cualquier tipo de símbolo en apoyo a Palestina, como el caso del representante sueco Eric Saade, de ascendencia suecopalestina, quien utilizó un pañuelo palestino y su acto fue eliminado de las transmisiones televisivas. También se taparon los abucheos a Eden Golan, representante de Israel durante sus presentaciones Y como éstos, otros “incidentes” que sólo generaron dudas hacia los organizadores.

La presión de la sociedad fue tal que el mismo director general de la Union Europea de Radiodifusión, Noel Curran, tuvo que salir en la televisión sueca para dar una explicación del por que se mantuvo a la representante Israelí, argumentando que las reglas del festival no habían sido violadas, pero que reconocía las manifestaciones ante un Festival de la Canción totalmente atípico.

Las protestas propalestinas no son en contra de Israel, en contra de su gente o en contra de la joven Eden Golan, quien tuvo que ser resguardada en su cuarto de hotel por seguridad; las manifestaciones son en contra de un gobierno que está cometiendo crímenes de guerra de lesa humanidad a la vista de todo el mundo y sin que haya alguna consecuencia.