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Horacio Vives Segl

Noticias del Cono Sur

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como las dos caras de Jano, me refiero a un par de acontecimientos relevantes ocurridos los días recientes en Colombia y Brasil: el milagro en el Guaviare y la cumbre de presidentes sudamericanos de Brasilia.

Empecemos con la parte negativa. Tal vez sí existe algo peor que la política exterior mexicana —si es que lo que se ha hecho en los últimos 4 años y medio se puede llamar así— y es la política exterior de “Lula 3”. Ahora, más allá de coleccionar sellos en su pasaporte, está claro que Lula ha extraviado la brújula. Su defensa del dictador Nicolás Maduro en la reciente cumbre de presidentes sudamericanos es el último —y, desafortunadamente, congruente— episodio de una política exterior muy errática, sumada al muy escandaloso (¿sorprendente, acaso?) posicionamiento pro ruso en su viaje a China y el papelón de hacerse el disimulado para no saludar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el G-7 de Japón, así como el deferente trato desplegado a Nicolás Maduro en la visita de éste a Brasilia.

Ciertamente, la vecindad entre Brasil y Venezuela requiere un replanteamiento de su compleja relación bilateral; pero los modos de Lula resultan absurdos. Son muy pobres e ingenuas las formas discursivas a las que recurren los populistas para defender lo indefendible: intentar un discurso pro-Maduro para pretender desmontar la narrativa antichavista, obviando la sistemática violación de derechos humanos en Venezuela —ampliamente documentada y con dolorosos e interminables testimonios—. Muy bien, en cambio, el presidente uruguayo, Lacalle Pou, y el chileno Boric, quienes, proviniendo de partidos de derecha e izquierda, respectivamente, señalaron sin empacho a los dictadores como tales, lo que fue un fuerte revés para Lula en casa.

Parece que el brasileño está empeñado en buscar un plan de paz para Ucrania… tomando partido por Rusia (¿en qué otro país latinoamericano habíamos visto semejante disparate?), más por aspirar al Premio Nobel de la Paz (¡que algún asesor le diga que no es Juan Manuel Santos!) que por desarrollar una política exterior sensata y conveniente para el país que gobierna. Interesante panorama, de cara a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de América Latina y la Unión Europea, a celebrarse en Bruselas el 17 y 18 de julio, la primera desde 2015.

Por otro lado, el fin de semana el mundo recibió ese tipo —no frecuente— de noticias que devuelven la fe en la humanidad: después de 40 días perdidos en la más tupida selva colombiana, fueron encontrados cuatro niños, los hermanos Soleiny, Tien, Lesly y Cristin, que estaban desaparecidos tras estrellarse la avioneta en la que viajaban y en la que perdieron la vida los tres adultos que los acompañaban, incluida su madre. Apenas se van conociendo datos sobre cómo sobrevivieron dos niños de 13 y 9 años haciéndose cargo de otros dos, de 4 y de un año. Queda claro que, al ser la selva el medio natural para estos infantes, de la comunidad indígena huitoto, tuvieron más herramientas para poder sobrevivir en condiciones tan duras. La noticia anima porque nos dice que, sin escatimar recursos y con un plan eficiente de rescate, se pueden dar acciones realmente heroicas.

Esperemos que el horrendo paso en falso que dio el presidente Gustavo Petro, anunciando el 17 de mayo su aparición con vida para luego tener que retractarse, le haya servido de lección para no querer lucrar con la noticia, a pesar de estar ávido de superar la tremenda crisis política que enfrenta, a escasos 10 meses de haber iniciado su mandato, con una caída estrepitosa en su aprobación.