a

Javier Solórzano Zinser

Ecuador está a la vuelta

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ecuador está pasando a su manera, terriblemente brutal y violenta, lo que han vivido y siguen viviendo Colombia y México y muchos otros países.

Ecuador está padeciendo los efectos de lo que Colombia ha logrado atemperar en su lucha contra los cárteles. Éstos buscaron hacia dónde moverse y encontrar terreno fértil en Ecuador porque las autoridades les allanaron el camino desde antes buscando negociar o algo parecido con ellos. Queda claro que la estrategia fue fallida, hoy el país está metido en una espiral de violencia que no se ve cómo pueda frenarse.

Nuestro país no está fuera de la ecuación. Más bien, es parte debido a que el Cártel de Sinaloa se ha ido expandiendo en la zona a partir de su relación y negocios con cárteles de Colombia y con otros de la zona.

Lo de Ecuador es inédito. No se había presentado una manifestación violenta tan brutal por parte de la delincuencia organizada de la mano de un abierto vandalismo, teniendo como objetivo una exigencia al límite: que no se metan con ellos y que les permitan capacidad de maniobra. Lo hacen, porque tienen elementos y la fuerza para hacerlo. Lo hacen, porque tienen el control de las cárceles y porque los reos de mayor peligrosidad e influencia pueden entrar y salir de ellas sin que pase absolutamente nada.

Se asegura que Fito, uno de los grandes capos ecuatorianos, salió de la cárcel por la puerta principal, lo cual hasta ahora nadie ha negado. Las autoridades reconocieron la fuga 15 horas después, hecho que recuerda lo que hemos vivido en México; es uno de los modus operandi de los cárteles de ahí la importancia de control en las cárceles.

El problema ha entrado en un laberinto en Ecuador y no se puede soslayar que pudiera haber peligrosos contagios en la zona. Parece una exageración, pero no descartemos que hechos similares pudieran presentarse en nuestro país.

Si nos atenemos al estado de las cosas muchos de los hechos que hemos visto estos días en Ecuador en algún sentido se han presentado en diversas comunidades mexicanas. Los gobiernos van perdiendo capacidad de maniobra y control porque las gobernabilidades están carcomidas y porque hay tal penetración de la delincuencia en los aparatos de gobierno que impiden que se les pueda enfrentar de manera integral.

En Ecuador uno de los más importantes cárteles en pleno proceso electoral amenazó a un candidato a la presidencia. Era un periodista que iba creciendo entre el electorado. Días después de ello a plena luz del día y a la vista de todos terminó siendo asesinado por jóvenes sicarios que lo atacaron saliendo de un acto político.

En las cárceles la gestión está en manos de los delincuentes. Lo que ha tratado de hacer el gobierno de Daniel Noboa ha sido intentar atacar el problema precisamente en las cárceles. Una de las medidas que tomó, quien, por cierto, sólo cumplirá un año y medio de mandato, fue mover a los reos de alta peligrosidad a cárceles de alta seguridad. Si bien los problemas se manifiestan en las calles, el punto de partida está en lo que se mueve y diseña desde las cárceles.

El hecho de que sea la delincuencia organizada quien se manifieste violentamente en las calles de todo el país es la prueba de que se han convertido en un poder real político, social y hasta económico.

En función de lo que está pasando no pareciera existir ningún país que pudiera estar exento de movilizaciones como las de Ecuador. Es para pensar lo que está pasando en México bajo esta perspectiva. La delincuencia organizada no deja de avanzar y los gobiernos están cada vez más sometidos por ella y en muchos casos van de la mano.

RESQUICIOS.

El Presidente va logrando sus objetivos e imposiciones en cuanto a la Corte, el TEPJF y el INE. Ayer desde el Tribunal a modo le abrieron la puerta, pasando por alto las discusiones colegiadas propias del INE, a la presidenta para que elija directamente al secretario Ejecutivo; que ya nadie se diga sorprendido.