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La semana de la definición

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Si algo ha quedado claro a lo largo del singular debate sobre la reforma al Poder Judicial es que al Presidente no le importa que sea por consenso, al final lo que se quiere es aprobarla bajo la dinámica del voy derecho y no me quito.

La discusión ha llegado hasta las calles porque no existe voluntad alguna de debatir a profundidad. Lo que se ha hecho con la organización de los foros públicos ha sido a conveniencia con base en lo que de antemano está ya decidido.

A Morena no le quedó de otra que sacar a sus huestes estudiantiles a las calles a partir de las movilizaciones de estudiantes de diferentes instituciones de educación superior, públicas y privadas.

Lo que hemos visto estos días muestra una sociedad activa que está echada a andar a través de los jóvenes. Los partidos de oposición son incapaces de poder tener una capacidad de movilización como la que están teniendo los jóvenes, sin importar si están a favor o en contra de la reforma.

Las movilizaciones debieran ser ocasión para que el Presidente entendiera la relevancia de un debate que llegue a consensos, no un debate con objetivos previamente definidos. La reforma al Poder Judicial es el proyecto político más importante de al menos los últimos 50 años. Estamos ante un cambio que puede redefinir los términos de la aplicación de la justicia.

Una de las cuestiones más importantes por venir será lo que terminará sucediendo cuando eventualmente sea aprobada la reforma. Es imaginable que haya presiones de toda índole, las cuales van desde lo monetario hasta la discrecional UIF. Unos y otros se han estado señalando, la oposición habla de dinero y de presiones personales, en tanto que la mayoría obviamente niega cualquier circunstancia de esta naturaleza. Como fuere, las presiones no van a parar para que se consiga la mayoría calificada, se requiere únicamente de un voto en el Senado, y las presiones para que no se alcance.

Es obvio que diversos grupos estén con una mirada acuciosa y detallada del actuar de los senadores de la oposición; un voto es la diferencia, pero también un voto puede ser la ignominia para toda la vida.

Insistimos en que lo que está de por medio es realmente importante. El país se está jugando el cambio a un régimen con características centralistas, discrecionales y, sobre todo, con tintes autoritarios y dosis antidemocráticos aunque se presuma lo contrario.

La reforma va a tener que ser, en caso de ser aprobada, revisada a detalle. El proyecto es en este momento insuficiente y no acaba de dar pistas como para saber cuáles son las líneas que tomará en el mediano plazo. Se ha ponderado que su aplicación será escalonada como si esto fuera sinónimo de ceder o darle un giro a la reforma misma, lo que se está haciendo es algo inevitable no puede aplicarse de la noche a la mañana, el relajo y el lío serían verdaderamente brutales.

No tiene sentido que se plantee que no se puede ir en contra de la decisión del pueblo. La razón es que si bien a lo largo de estos años y en la campaña Morena, o sea el Presidente, propuso la reforma como uno de los proyectos de futuro, es muy claro que no tiene ni un conocimiento ni un consenso nacional. Algo que ha venido siendo una constante en este Gobierno es que el pensamiento diferente o es descartado o es menospreciado y minimizado.

Todas estas consideraciones más las observaciones del exterior deberían ser ocasión para más que replantear la reforma al Poder Judicial, crear colectivamente un proyecto que tuviera características propias de un Estado moderno con un eje fundamental en la división de poderes.

Un voto es lo que puede redefinir la reforma para plantearla con pausa, análisis y convicción colectiva.

RESQUICIOS.

Pudiera ser que esta semana se convierta en el momento más importante para el Presidente. Ha instrumentado cambios de diversa índole, pero ninguno como el de la reforma al Poder Judicial; es la semana de la definición del proyecto y del país por venir.