La mirada equivocada

ENFOQUE MANUAL

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Una historia terrorífica e indignante en donde el personaje que deberíamos mencionar más a menudo es a Dominique Pelicot, un hombre que decidió drogar a su esposa y ofrecerla por internet para ser violada.

Fueron 10 años en el que el marido conseguía medicamentos que le daba a su mujer hasta sedarla y ponerla en un estado inconsciente. Después llegaban los hombres y hacían lo que querían.

Diez años, más de 50 hombres la agredieron y Dominique Pelicot (grábese el nombre) la grababa y fotografiaba.

Un caso que nos ha conmocionado a todas y todos en el mundo, una historia maquiavélica y difícil de entender. Ella, Giselle decidió enfundarse en su dignidad y en el coraje por defenderse cuando nadie lo hizo durante tantos años.

Ella fue quien decidió que el juicio se hiciera público, con una frase rotunda “que la vergüenza cambie de lado” y tenía razón, pero la cobertura mediática es curiosa porque desde el 2 de septiembre que comenzó todo en Aviñón, Francia las fotos y los ojos son hacia ella.

La hemos visto caminar rodeada de sus abogados e hijos, serena, segura y determinante en que los violadores obtengan un verdadero castigo.

Muy apenas si vimos en algunos videos los rostros de los violadores cubiertos con lentes oscuros, con tapabocas o bajando la mirada, pero más nada.

La mirada equivocada ı Foto: AP / Lewis Joly

Podemos verla como la mira la reportera en la foto a su izquierda, con el ojo cuadrado y la boca cerrada por su valentía, por la carga emocional y física que esta mujer está soportando frente a sus hijos.

La admiración, la compasión, y la contemplación a una mujer que está de pie, que tiene voz, que tiene fuerza, y que tiene el valor para salir a hablar para que quede claro que ella no es la culpable.

En este juicio largo, apenas este miércoles, después de 16 días rompió con la serenidad, alzó el tono de voz, se defendió ante las defensas de lo indefendible.

Esta imagen es la mirada errónea, porque ella es la valiente, la víctima, la agredida, la drogada, la usada por su esposa, y no tenemos hasta ahora las historias completas de los 50 o al menos de los 14 que ya han reconocido su responsabilidad.

Miramos y la acorralamos, porque eso queremos, que nos de una “exclusiva”, que nos diga algo más para seguir el caso, pero no miramos a los locos, porque cuidamos su “presunta” responsabilidad en un caso único y desgarrador.

El marido, Dominique, tenía todo guardado, más de 20mil imágenes en una carpeta nombrada “abuso”, y todo se descubrió porque lo arrestaron por grabar con su teléfono por debajo de una falda de una mujer en un tienda.

Defendamos la voz más débil, pero ojalá también miráramos hacia quien y quienes gestaron esta atroz agresión.