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El arranque de la batalla de Biden y Trump

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Esta semana será el pistoletazo de salida para que Donald Trump y Joe Biden se lancen de lleno a la competencia para las elecciones que se celebrarán el 5 de noviembre, pues el jueves 27 de junio se enfrentarán en el primer debate en que se verán cara a cara desde 2020. 

A diferencia de las últimas elecciones en Estados Unidos, en que los debates presidenciales se llevaron a cabo entre septiembre y octubre, en esta ocasión el primer enfrentamiento entre los virtuales candidatos se dará tres meses antes. Ni Trump ni Biden son todavía los representantes oficiales de sus partidos, pues no se han llevado a cabo las convenciones de los republicanos y de los demócratas, que serán en julio y agosto, respectivamente. Sin embargo, dada la ausencia de competencia interna en sus partidos, los tiempos se han adelantado y se ha pactado un debate que no será organizado por la Comisión de Debates Presidenciales (CPD, por sus siglas en inglés), sino que será transmitido en exclusiva por la cadena televisiva CNN.

Esto es una anormalidad si se considera que la CPD lleva 36 años organizando todos los debates presidenciales en Estados Unidos, pero tampoco es algo totalmente extraordinario, pues antes de la conformación de esta organización bipartidista por parte de los republicanos y los demócratas, la celebración de los debates presidenciales estaba sujeta a una negociación entre los candidatos y la participación de terceros. En 1976, por ejemplo, el debate entre Gerald Ford y Jimmy Carter se dio gracias a que la Liga de Mujeres Votantes negoció con ambos candidatos para organizar el primer debate televisado, pues desde el famoso encuentro de Nixon con Kennedy en 1960 no se había organizado ningún otro debate.

Los debates organizados por la CPD sucederán como en las elecciones anteriores una vez que se formalicen las candidaturas presidenciales, pero el encuentro que veremos este jueves es el reflejo de la reñida competencia en que la diferencia es mínima entre ambos candidatos en las encuestas y la presión por tratar de distanciarse es urgente. Contrario a lo que muchos pensaban, el hecho de que Donald Trump sea un delincuente convicto después de que fue encontrado culpable de 34 cargos criminales no ha mermado su apoyo y, por el contrario, parece que lo ha intensificado.

De acuerdo con las últimas cifras reveladas hace unos días por los equipos de campaña a las autoridades electorales, al cierre de mayo Trump ha recaudado 116.6 millones de dólares para gastar en su candidatura, mientras que Biden tiene 91.6 millones a su disposición. Después de ser declarado culpable, el ritmo de recaudación de Trump se aceleró, lo que le permitirá desplegar un mayor gasto que su contrincante. Además de esta diferencia, Biden tiene la obligación de hacer frente a la creciente percepción de que su edad es un factor determinante, pues la maquinaria republicana se ha encargado de mostrarlo como una persona senil. El impacto de los debates en las elecciones es como un volado, pues en algunas ocasiones las altas expectativas se enfrentan a participaciones superfluas que pasan sin pena ni gloria, pero en otros casos suceden participaciones memorables que pueden definir el rumbo de una elección. El jueves veremos si los candidatos logran crear un momento así.