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Mónica Garza

Justicia para Carmen Vázquez, la “Caramelo”

GENTE COMO UNO

Mónica Garza
Por:

¡¡Hagan ruido también por ella!! Así como está sonando lo de Jessica González, que suene también lo de mi amiga que era chola y tatuada, porque también era una buena mujer”.

“Me dio mucho coraje la forma en la que la mataron y mucha impotencia pensar que no se le va a hacer justicia porque era chola…Porque las autoridades van a decir: Es que andaba mal, y ya, ¡carpetazo!… Me dijo con la voz rota del otro lado del teléfono Evelyn, la amiga de Carmen Vázquez “la Caramelo”, la emblemática mujer del mundo Cholo que fue asesinada a tiros en Guadalupe, Zacatecas, la noche del 24 de septiembre pasado.

Al menos yo no me he podido quitar de la mente la imagen de su cuerpo tendido en la banqueta, inerte, solo, con quince balazos en el cuerpo y sin un solo detenido por el hecho hasta hoy, y la justicia flotando en ese mar de impunidad que suele ahogar a su mundo cholo.

Apenas en febrero perdió su trabajo en la maquila donde era costurera, por retardos o faltas, cuando se tenía que quedar a cuidar a su madre enferma en una clínica donde no había ni para el oxígeno.

Perdió su casa y vivía en una recámara que le prestaban para pasar la noche en el centro de Guadalupe, donde lavaba parabrisas para sobrevivir. No la tenía nada fácil Caramelo pero siempre posaba orgullosa y digna para los varios documentales que la dejaron registrada como un emblema de un mundo que la quería y la respetaba.

Fueron ellos, los cholos, quienes hicieron la colecta para comprar el ataúd donde la pondrían para llorarle, cantarle, honrarla y despedirla como el símbolo que fue.

Llevaba el color azul con orgullo de ser representante del Sur 13, el nombre que identifica a las agrupaciones de cholos mexicanos con la letra “M” —de México—, la treceava del alfabeto…

Bien planchada, decía ella, con su “lima” y su “panto”; toda su vestimenta o “tramo” que la hacía vistosa y diferente. En su barrio la querían mucho y la conocían todos, hasta los policías que levantaron su cuerpo cuando la mataron, en una fiesta de la que ya se estaba yendo.

La activista y chola Carmen Vázquez, en una foto de archivo.Foto: Tomada de Twitter

“Ni siquiera iban por ella, ella nomas quedó en medio de los balazos. Iban buscando al cobarde que escapó corriendo, dejándola ahí tirada, sin nadie que la ayudara” me contó su amiga Evelyn.

Carmen Natareth Vázquez Bueno nació en Durango, ella decía que tenía 38 años, otros que tenía 42, la verdad es que nadie sabía con exactitud su edad, sólo que llegó a Zacatecas a los 17 años, con su madre que la iba alejando de malos pasos, mala gente y problemas con la ley.

“Si me hubiera quedado allá, quién sabe qué hubiera pasado, a lo mejor me hubieran matado o desaparecido, como a los otros”, dice Caramelo en uno de los documentales donde participó… Y la mataron de todas maneras.

Llevaba dos mariposas tatuadas en el pecho, en honor a sus hijos, Cassandra de 24 y José de 22, y la rosa roja que tenía tatuada en el cuello representaba su propia figura materna, la que ejercía también sobre todos aquellos que la consideraban mentora.

“Para la generación que trata de imitarnos a nosotros, que no se metan en vicios. Pueden ser parte de nosotros, pero ¡drogas No!” decía esta mujer que pertenecía al llamado Old School Car Club, formado por personas que conviven e intercambian información sobre la cultura “lowrider”. Eran su familia.

Carmen “la Caramelo”, hoy es una de las 11 mujeres asesinadas todos los días en México. En Zacatecas de enero a agosto han asesinado a 79 mujeres de forma violenta, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

La Fiscalía del Estado informó que la carpeta de investigación del caso de Carmen Vázquez se integra simplemente por el delito de Homicidio Doloso, pues “no se cuenta con información que permita acreditar una de las circunstancias de género que exige el tipo penal de Feminicidio”, aunque la hayan dejado tirada desangrándose puros hombres involucrados en el crimen.

Y a todo eso se suman las “consideraciones” sociales discriminatorias e ignorantes, por su forma de vestir y maquillarse, que no es más que un prejuicio asesino, que le deja al fiscal General de Justicia de Zacatecas, Francisco Murillo Ruiseco, y a la presidenta de la Comisión estatal de Derechos Humanos, María de la Luz Domínguez Campos, un pendientito para demostrar si han aprendido algo de aquel lado del país o son tan iguales a los que dicen ser “distintos”…