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Montserrat Salomón

La caída de Boris Johnson

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La carrera como primer ministro de Boris Johnson, el populista conservador emanado de las útiles londinenses, llega a su fin. Envuelto en escándalos de toda índole y en medio de una crisis económica que ha llevado a su país al borde de una recesión, Johnson por fin ha aceptado su derrota y se va por la puerta de atrás de Downing Street. El Partido Conservador le ha dado la espalda y prepara ya la sucesión. Johnson podría costarles la pérdida del poder en las próximas elecciones.

Mucho se especuló sobre la personalidad de Johnson. Su pinta de muchacho malcriado parecía un estudiado montaje que buscaba darle notoriedad. Sin embargo, su comportamiento en el gobierno mostró que este personaje emanado de las élites y el privilegio no supo moderar sus instintos y mostró la enorme desconexión que hay entre la clase alta, enraizada en la política, y la ciudadanía común y corriente.

Su manejo de la crisis sanitaria dejó mucho que desear, siendo Inglaterra el país europeo con más muertes por coronavirus en los últimos años. Además, cuando por fin decretó fuertes medidas de confinamiento a la población —mismas que golpearon la economía— él literalmente se la pasó de fiesta en fiesta. El llamado partygate primero fue negado públicamente por Johnson para luego admitir que había mentido y disculparse por su comportamiento. Mientras la ciudadanía sufría los embates de la enfermedad y el cierre económico, su líder festejaba falto de consideración y exento de cualquier limitante.

A este escenario pandémico se suman las consecuencias de su más grande legado: el Brexit. Fue él el principal impulsor del rompimiento con la Unión Europea. Fue la decisión que lo llevó incluso al liderazgo de su partido. Sin embargo, aquí también se quedó chico el primer ministro. Logró su cometido y luego no supo qué hacer con el Brexit. Se produjo una esperable escasez e inflación en los precios de los productos, mientras que no se hizo nada para remediar esta situación. Aún ahora brilla por su ausencia un político conservador que tenga un plan sobre cómo operar el Brexit. Johnson usó esta bandera para encumbrarse en el poder y luego abandonó al pueblo con las consecuencias de esta decisión.

Por si fuera poco, al Brexit y la pandemia se sumó la guerra en Ucrania. El resultado es el impactante 9.1% de inflación que ahora sufre la población, mientras la clase política, con Johnson como principal ejemplo, sigue desconectada de la realidad.

Ahora ya se busca un sucesor que ataje esta problemática. Se espera una baja de impuestos como respuesta rápida; sin embargo, hace falta una visión de reconstrucción a futuro. Boris Johnson se va como vino, sin un plan y envuelto en pantomimas. Esperemos que su sucesor marque la diferencia.