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Montserrat Salomón

Migración: un grito de auxilio

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La migración sigue siendo uno de los problemas globales más acuciantes de la actualidad. En Italia, por ejemplo, los números del primer semestre del año superan en más de 13% los del año pasado y se siguen rompiendo récords de entradas irregulares, rescates en altamar y, por supuesto, muertos. Al igual de lo que sucede en EU, la causa de la migración hacia Europa está en las guerras invisibles que asedian a las naciones de origen de los que huyen buscando un poco de esperanza.

Portales como ABC cuentan más de 60 conflictos armados en toda regla. A este número habrá que sumar todos los conflictos internos de países que están asolados por el crimen organizado. Así, la guerra fuera de los reflectores de conflictos como el de Ucrania es mucho más de lo que nos gustaría aceptar, y todos estos conflictos provocan la movilización de millones de personas que huyen del terror, el hambre y la inseguridad. Haití, Yemen, Sudán, Siria, Etiopía, etc., países colapsados e ignorados por los más poderosos.

Los países receptores están obligados a acoger a los refugiados que cumplen con las condiciones pactadas en la Convención de Ginebra; sin embargo, estos países han hecho gala de cualquier tipo de artilugio para evadir esta responsabilidad compartida y cerrar sus fronteras. Es una vergüenza histórica para algunos de ellos puesto que son ellos mismos naciones compuestas de inmigrantes o fueron beneficiados con la generosidad de naciones en desarrollo que acogieron a sus ciudadanos cuando las grandes guerras del siglo XX azotaban sus territorios. Sin embargo, hoy, a pesar de necesitar mano de obra en múltiples industrias, se elevan argumentos proteccionistas y nacionalistas que no hacen más que enmascarar un racismo galopante.

Europa, sin ir más lejos, tiene una deuda histórica con el continente africano. Colonialismo, ocupación, esclavitud, pactos comerciales que hasta el día de hoy dejan en condiciones de precariedad a la industria local… siglos de abusos que han colaborado en la pobreza y el caos que reina en dichos países. Y ahora que el colapso es inminente, cierran las puertas con horror y abandonan a su suerte a millones de personas.

En lugar de invertir millones en financiar, y chantajear, a países como Turquía para que funjan como receptores y construyan enormes campos de concentración para estos refugiados, los países europeos deberían atender la raíz de los problemas en las poblaciones de origen. Levantar muros no va a detener la migración, sólo la hará más mortífera.

Lamentablemente el odio por el extranjero es una de las pasiones más sencillas de crear y manipular en la política, por lo que, en tiempos de elecciones, veremos cómo la puerta de la esperanza se hace cada vez más estrecha.