a

Montserrat Salomón

Un nuevo pacto mundial

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En medio de una ola de calor sin precedentes, se llevó a cabo la Cumbre por un nuevo pacto financiero mundial, en París y bajo el liderazgo del presidente Macron. Esta cumbre busca ser un semillero de ideas para que, en las reuniones clave para la lucha contra el cambio climático (G-7 y G-20), los países e instituciones globales puedan tener una base para replantear sus relaciones comerciales y financieras para que los estragos climáticos puedan sortearse, al tiempo que las economías puedan girar hacia funcionamientos verdes.

Macron basó su participación en la idea de que ningún dirigente tendría que verse ante el dilema de invertir en la reducción de la pobreza o en la protección del planeta. Del mismo modo, en las mesas de trabajo se mostró la relación actual entre el aumento de la pobreza y los embates del cambio climático. Esta situación pone en jaque a los países pobres y en desarrollo al no contar con la liquidez necesaria para reconvertir sus industrias para acatar las metas verdes, al tiempo que pagan los costos desproporcionados que los desastres naturales imponen a su población. Sin ser de los países más contaminantes, son los más afectados. Este círculo vicioso de pobreza y devastación sólo podrá parar con un nuevo pacto global que priorice la atención a las personas por sobre los intereses políticos y económicos.

Si bien los discursos fueron coincidentes y las buenas intenciones rondaron por los pasillos, no se logró un acuerdo en la cumbre y sólo se llegó, nuevamente, a buenos deseos que se llevarán los representantes para ver si pueden cristalizar algún avance en sus reuniones bilaterales y multilaterales. Quizás lo más cercano que se estuvo de un acuerdo fue cuando se postuló la idea de permitir que los países pobres y en desarrollo puedan suspender pagos de sus deudas cuando estén afrontando gastos catastróficos provocados por algún desastre natural, cosa que es cada vez más frecuente y que no da descanso a los países tropicales.

El sistema financiero actual presenta fallas importantes que incentivan perversamente las tendencias de hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. A este escenario tenemos que sumarle la innegable crisis económica y humanitaria que ya se refleja fruto del calentamiento global. El mundo está por entrar en un estado crítico que pondrá a prueba nuestro más profundo sentido moral. Si no queremos ver colapsar a países enteros con el consecuente aumento de la miseria, la violencia y la desesperación, necesitamos un cambio de miras que se base en un compromiso global por la humanidad. Si no empezamos a vernos como habitantes de una casa común, estaremos cimentando nuestra propia destrucción. Esperemos ver que las palabras por fin se verifiquen en acciones.