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Montserrat Salomón

Petro, ante el llamado colombiano

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Se ha confirmado el primer gobierno de izquierda en la historia independiente de Colombia. Gustavo Petro ha ganado la presidencia en la elección en segunda ronda y tomará las riendas de un país que ha señalado con claridad que quiere un cambio y que rechaza a las tradicionales élites políticas.

Este triunfo dice mucho más de la situación política en Colombia que un simple giro a la izquierda. Nos muestra que la población ha decidido darle la espalda al establishment y ha preferido arriesgarse a explorar nuevos horizontes. Desde la primera vuelta, los colombianos situaron sus preferencias en dos opciones novedosas, populistas y antisistema: Petro y Hernández, un empresario sin trayectoria ni lazos políticos claros. El gran perdedor es el expresidente Uribe y su grupo, otrora dominante en los destinos del país.

Petro, un exguerrillero que ya había contendido por la presidencia en otras ocasiones, trae consigo una agenda progresista que retrata los nuevos rumbos de una generación que ya no se reconoce en el conservadurismo uribista. Se trata de una generación que está preocupada por la economía, pero en sentido ambientalista. Que tiene una alta sensibilidad ante los problemas sociales y que busca nuevas soluciones para incluir a los pobres, los migrantes, las mujeres y las minorías. Que busca libertades, pero dentro de un Estado bienestarista. Una agenda de centro-izquierda compleja que tendrá que atender el presidente Petro, dejando de lado la tentación del culto a la propia imagen y una agenda de izquierda radical.

Así, la victoria de Petro responde a dos razones: un movimiento ideológico de la población que se ha ido corriendo a la izquierda y el rechazo a la clase política dominante que ha ignorado las demandas sociales y desilusionado a los votantes. Además, esta victoria se ha dado en un escenario histórico de afluencia de votantes, movilizados por las campañas radicalizadas de ambos candidatos que infundieron el miedo al desastre inminente ante la posible victoria del contrario.

El cambio siempre está rodeado de gran temor. Petro llegará a la presidencia con un clima político y social polarizado. Estará en sus manos asumir una postura conciliadora o seguir alimentando a su base con el sencillo y erróneo recurso de la confrontación. La gran tentación de Petro estará ahí, en dejarse adular por los suyos y buscar en el enemigo la causa de todos sus malestares. Esperemos que no siga este segundo camino que lo único que hará será abrir una herida al centro de la sociedad colombiana.

Esperemos que Petro siga rodeándose de figuras más centristas y decida dialogar para gobernar para todos. Es hora de dejar la confrontación y buscar un nuevo rumbo para Colombia. Por el bien de todos y para todos.