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Pedro Sánchez Rodríguez

La suspirante (IV)

CARTAS POLÍTICAS

Pedro Sánchez Rodríguez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En la última entrega de Cartas Políticas, reflexionamos sobre cómo Claudia Sheinbaum pasó de ser una funcionaria pública cumplida, de la confianza del Presidente, a algo más, al ampliar el apego a la personalidad y proyecto de éste.

Aun con una gestión de claroscuros en la alcaldía Tlalpan, su lealtad y fe abonaron para competir y ser seleccionada candidata de Morena al Gobierno de la CDMX. ¿Cuál es el valor de la fe?

Hoy, el perfil de Claudia Sheinbaum se aproxima al de inmaculada. Ha cruzado intocada pantanos de corruptelas, ha resistido sin inmutarse ráfagas de traiciones y perfidias, se ha desprendido pulcramente de errores y venganzas. La pureza tiene un costo: en política el que no la hace, NO siempre la paga. A pesar de crisis y errores, su lealtad la mantiene cerca del Presidente, y es su total inclinación al obradorismo la que la ha hecho escalar entre leales.

La llegada de Sheinbaum al Gobierno de la CDMX fue acompañada de la de López Obrador a la Presidencia de la República, un mismo partido gobernando ambos bastiones. Esta coyuntura ha sido un blindaje político para la Jefa de Gobierno, quien ha sido protegida, sostenida y elevada por el Presidente, a pesar de crisis políticas que hubieran dinamitado la carrera de más de uno.

 Si uno se metiera en problemas, de cualquier tipo, y tuviera que elegir a un defensor, yo escogería a López Obrador. ¡Qué forma de proteger a su gente! Gertz, Esquivel, Álvarez-Buylla... En el obradorismo, la lealtad paga bien. En 2004, en la administración de López Obrador, Vicente Fox destituyó a Marcelo Ebrard por el linchamiento de dos policías en Tláhuac; en 2023 López Obrador, ya como Presidente, defendió a Sheinbaum luego de múltiples accidentes y tragedias en el Metro.

En enero de este año, la Jefa de Gobierno explicó que los eventos sucedidos en el Metro son “fuera de lo normal”, dio a entender que el problema con el Metro no se debe a presupuesto o mantenimiento, sino que es un asunto de seguridad. Por lo anterior, solicitó apoyo del Presidente, para el despliegue de seis mil elementos de la Guardia Nacional en instalaciones del Metro para tareas de vigilancia, con el objetivo de resguardar la seguridad de los usuarios. Como en otros eventos, la culpa no le salpica y la responsabilidad política se le escurre. Pero la impermeabilidad tiene un costo.

Sheinbaum ha incorporado como suyo el estilo de hablar pausado y de usar más muletillas. En el fondo, Sheinbaum se ha mimetizado con el discurso obradorista. Para el obradorismo, bajo su sombra se arriman todas las causas justas. Causas distintas provienen de perversos o ingenuos: las feministas son conservadoras; los ecologistas, mafias acaudaladas; los pacifistas, panistas corruptos. Para el obradorismo, todas las voces que merecen ser escuchadas están reunidas bajo su protección e influencia.

Esta mimetización con el obradorismo se ha reflejado en la respuesta de la Jefa de Gobierno al movimiento feminista y sus marchas contra la violencia machista en 2019. El gobierno capitalino recibió entonces a miles de mujeres, sobre todo a las que recurren a estrategias confrontativas, con gases, cercos y arrestos. Empatizar con la causa feminista era (y es) señalar al Gobierno federal por su insuficiencia para proteger a las mujeres. Empatizar con el movimiento feminista es hacerle un desaire al Presidente y Claudia se ve obligada a jugar en esa cuerda de equilibrio.

La Jefa de Gobierno ha desdibujado el perfil con el que llegó al gobierno. Su personalidad original la ha delegado en su equipo. A su llegada, su gabinete fue conformado por miembros destacados de la cultura, la academia y de organizaciones civiles: José Alfonso Suárez del Real, Andrés Lajous, José Merino, Eduardo Clark. También fue conformado por rostros conocidos de la política capitalina y federal de izquierda: Rosa Icela Rodríguez, Martí Batres o Ernestina Godoy. Se incorporó también como secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, quien ha adquirido un papel relevante en la administración capitalina.

La aproximación de Sheinbaum al proyecto obradorista y el carácter un poco más tecnocrático y político de algunos integrantes de su equipo han sido el sello que ha marcado su administración, y, en cierta forma, también definen su apuesta a la Presidencia. Para ser presidenta no sólo hay que saber rezar y sumar, hay que saber abrazar e inspirar. ¿Claudia tiene aura política para ganar? Continuará…