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Elecciones y mercados

BANDA ANCHA

Roberto García Requena
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Si hay una variable que un proceso electoral no puede controlar, como el ocurrido en México el pasado 2 de junio, es la reacción de los mercados al resultado de dicho proceso.

Claudia Sheinbaum ganó de manera aplastante. Obtuvo más votos que López Obrador en 2018. No hay lugar a dudas de que la voluntad de la mayoría de los mexicanos es seguir con la transformación y visión de país que el oficialismo puso sobre la mesa.

Sheinbaum toma posesión como presidenta de este país el próximo 1 de octubre. Eso ya lo sabían los mercados financieros, tal como lo marcaban la mayoría de las encuestas serias, y ya lo habían descontado de sus perspectivas a futuro.

Lo que no habían previsto los mercados es que la victoria de Morena fuera de tal magnitud que el electorado, probablemente, le otorgue (faltan recuentos de votos, impugnaciones y fallo final) mayorías calificadas en ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Esta situación no le gustó al capital privado y al día siguiente la Bolsa Mexicana de Valores cayó más de 6 por ciento en un día, y el tipo de cambio se depreció para alcanzar casi los 18 pesos por dólar. Los mercados son caprichosos y reaccionan rápido a señales que no les gustan.

Y digo que no les gustan porque con la mayoría calificada en el Congreso, el presidente López Obrador, y después Claudia Sheinbaum, va a poder modificar la Constitución de manera discrecional. A los mercados no les gusta tanta concentración de poder en una sola persona y estar a expensas del humor del presidente en turno, del partido o color que sea.

Basta recordar el paquete de 20 iniciativas que presentó el Presidente López Obrador el pasado 5 de febrero. Está anunciado que en el periodo legislativo que arranca el 1 de septiembre AMLO va por la reforma judicial y la desaparición de órganos autónomos como el Instituto Federal de Telecomunicaciones y la Comisión de Competencia.

Este paquete de reformas las hizo propias Claudia Sheinbaum, en su momento todavía candidata a la Presidencia. Entre ellas también se incluye una reforma electoral que podría terminar con la autonomía del Instituto Nacional Electoral y regresarle estas facultades a la Secretaría de Gobernación.

Todo esto no es del agrado de los mercados. Y a ellos no los controla nadie. Se mandan solos. Hay que decir que Sheinbaum reaccionó bien y ratificó a Rogelio Ramírez de la O en Hacienda y nombró a Juan Ramón de la Fuente como coordinador del equipo de transición. Esto ayudó a calmar la tempestad. Al menos temporalmente.