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Valeria López Vela

Continúa la pederastia

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
Por:

El pasado 17 de noviembre, la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) presentó el primer informe nacional sobre las actividades de protección de menores en las diócesis italianas (https://www.chiesacattolica.it/primo-report-nazionale-sulle-attivita-di-tutela-nelle-diocesi-italiane/). Esta encuesta pretende ofrecer una “herramienta cognitiva” a la Conferencia Episcopal Italiana para implementar acciones para la protección de menores y personas vulnerables en las diócesis italianas.

El reporte informa que, en las 266 diócesis italianas, se denunciaron 89 casos de abuso sexual. De ellos, 52.8% son recientes (entre 2020 y 2021) y 47.2% son anteriores (entre 2001 y 2020). Respecto al rango de edad de las víctimas, el informe señala que 12 eran menores de 10 años; 61 estaban entre los 10 a 18 años; y, finalmente, 16 eran mayores de 18 años.

En cuanto al tipo de violencia sexual denunciada, 24 casos reportaron “lenguaje y conducta inapropiados”; 21 casos fueron por “tocamientos”; los 44 restantes se refieren a “acoso sexual”, “relaciones sexuales”, “exhibición de pornografía”, “solicitud en línea” y “actos de exhibicionismo”. La edad de los agresores sexuales oscilaba entre los 40 y los 60 años, 30 de ellos eran clérigos, 23 eran personas laicas y 15 religiosos.

El contexto en el que se produjeron los ataques fue en un lugar físico (94.4%); 33.3% corresponde a una parroquia; 21.4% ocurrió en la sede de un movimiento o asociación y 21.4%, en una casa de formación o seminario.

Finalmente, el informe detalla que se han detectado casos de agresores en serie; en total, hubo 89 denuncias en contra de 68 clérigos abusadores que reinciden y que habían sido previamente denunciados en otros centros de escucha, abiertos desde 2019. En cuanto a las sanciones, el informe refiere que “prevalecieron las ‘medidas disciplinarias’, seguidas de una ‘investigación previa’ y fueron derivadas al Dicasterio para la Doctrina de la Fe”.

En cuanto al acompañamiento a las víctimas, el reporte señala que en 43.9% de los casos, los centros proporcionan información y actualización sobre el proceso; en 24.6% organizan encuentros con el Ordinario y en 14% ofrecen apoyo psicoterapéutico.

La recopilación de datos que ofrece el informe es, sin duda, un primer paso y que —dentro de la estructura eclesiástica— debe haber sido incómodo de realizar. Sin embargo, se queda atrás respecto de las necesidades y las expectativas de las asociaciones, de las víctimas y de la percepción de los expertos internacionales. Como se ve, el informe se inscribe fuera de las coordenadas de la igualdad, la justicia, la reparación, la prevención o la sanción.

Más allá de las cifras, lo relevante del informe es que, a pesar de los esfuerzos de la sociedad civil y de los señalamientos en medios, la violencia sexual se mantiene hacia adentro de la Iglesia; ahora, protegidos por burocracias y academicismos. Ése es el verdadero escándalo.