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Valeria López Vela

Institucionalidad, la kriptonita de los populismos

ACORDES INTERNACIONALES

Valeria López Vela
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El fin de semana fueron las elecciones generales en España que dieron el triunfo a los partidos de derecha. El Partido Popular (PP) recuperó seis comunidades autónomas con alrededor de 800,000 votos sobre el Partido Socialista (PSOE).

Así, todo indica que en las próximas elecciones de julio, Pedro Sánchez dejará de ser la cabeza del Gobierno de España y que el PP —con algunos aliados— tomarán las riendas de la política y de la economía por algún tiempo.

El gran perdedor de la jornada fue el partido Podemos, que después de algunos años de visibilidad y presencia, ha dejado de ser opción para los españoles. Perdió votantes en prácticamente todas las comunidades y los principales ayuntamientos, para dejar de ser la llave en los territorios donde formaba parte de la coalición de izquierdas gobernante, como la Comunidad Valenciana, Aragón o Baleares. El principal motivo es, sin duda, su cercanía con el populismo de izquierda.

Irónicamente, el gran ganador de la jornada fue el partido de ultraderecha Vox, que un delirio pendular fue la agrupación política que logró más votos nuevos. Santiago Abascal, líder de Vox, declaró: “Hoy Vox se convierte en un partido absolutamente decisivo para la alternativa”. Insistió que Vox “es el partido que más crece en estas elecciones” y resaltó su avance en Cataluña, donde entra en las cuatro capitales de provincia y las principales ciudades y pasa de tres concejales a más de 130. Abascal ha adelantado que venderá caro su amor a los populares, si es que quieren contar con sus votos llegada la hora de hacer gobierno.

La alternancia es, sin duda, buena para la salud democrática. Recuerda que no todo está perdido, ni tampoco ganado, para siempre. Que la labor de gobierno debe responder a las exigencias ciudadanas dentro del marco de la ley y que las elecciones se ganan con resultados, no con discursos.

Tanto la trayectoria y la experiencia de los dos partidos tradicionales de España, el PP y el PSOE, les permiten saber que los días de gobierno en La Moncloa están contados; pero, también, que hay vida después de ella. Y sin ánimos de idealizar las prácticas políticas de dichos partidos, hay que decir que han sabido coexistir y construir mejores condiciones para los españoles.

Alberto Núñez Feijóo cerró la jornada con una máxima que debe ser recordada:  “No son tiempos de arrogancia, sino de humildad. Lo difícil no es ganar, es saber perder. Vamos a demostrar que tenemos la misma humildad que si hubiéramos perdido. Y la misma grandeza”.

En los días de las borracheras de poder, de extravíos del éxito efímero, es bueno recordar que la institucionalidad, el respeto a las leyes y el compromiso con nuestras instituciones y países, son lo único que nos salvará de los pendulazos políticos: lo mismo de Podemos que de Vox.