“Comencé a leer a Alice Munro con una hija de tres años, cuando las neuronas y el tiempo no me daban para leer novelas. Munro acababa de recibir el Nobel de Literatura (2013) y hasta la más pequeña librería la presumía en sus anaqueles”. La narradora y dramaturga Amaranta Leyva recuerda cómo el mundo literario aparentemente tranquilo de Munro fue la llave que le ayudó a sobrevivir el laberinto de algunas regiones canadienses donde al parecer nada sucede
Alice Munro (1931-2024) una memoria personal
Amaranta Leyva