Volver a los sitios de la niñez mueve los engranajes emocionales: por una parte está el mismo lugar físico —que muchas veces acusa el deterioro natural del tiempo—, y por otra asoma el espacio habitado por la memoria, un reservorio de sentimientos encontrados. Gilma Luque regresó a la unidad habitacional de su infancia y en esta crónica narra cómo reconoció en sí misma "una suerte de orgullo de pertenencia" al enfrentarse a los edificios de colores, a los tlacoyos de la esquina, a la iglesia donde reposan los restos de su madre.
Hollywood Santa Fe
Gilma Luque