No hay deportivo con más pedigrí para la industria automotriz estadounidense que el Chevrolet Corvette. A lo largo de siete generaciones y 66 años (sí, es anterior al Porsche 911 o al Ford Mustang) se ha posicionado como el deportivo más icónico de nuestro vecino país del norte.
Luego de casi siete décadas de desarrollo llegamos a esto: una bestia de 755 caballos de fuerza, capaz de hacer un 0-100 km/h en 2.85 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 341 km/h. Más impresionante es que lo hace con mucha facilidad, pero sobre todo, que frena, se agarra y da vuelta muy bien.
Bajo el cofre habita un bestial ocho cilindros; la unidad lleva el nombre código LT5, es decir, es una evolución del LT4 que utilizan modelos ya de por sí muy extremos, como el Corvette Z06, el Cadillac CTS V-Series y, por supuesto, el Camaro ZL1.
Sin embargo, este bloque de 6.2 litros gana inyectores gemelos y un supercargador 50% más grande, razón por la cual la tapa de fibra de carbono que va fija sobre el bloque es grande; tanto, que alcanza a afectar un poco la visibilidad hacia adelante y desde adentro.
Adicionalmente, uno de los inconvenientes del motor LT4, cuando salió el Z06, fue que tenía problemas para disipar la temperatura; algo que fue resuelto a cabalidad en el ZL1 y que el LT5 lleva al extremo, ya que el ZR1 incorpora 13 radiadores para que tanto motor como caja nunca sufran de calentamiento, aun cuando se utilice de manera extrema en pista por periodos prolongados.
En cuanto a la trasmisión, es automática de 8 velocidades, además de la manual de 7 cambios, y envía la potencia a unos inmensos neumáticos semislicks Michelin Pilot Sport Cup 2, que son muy pegajosos.