Aunque el Cayenne fue el SUV que abrió las puertas para el Macan (palabra cantonesa que significa tigre), los pininos de Porsche en el sector SUVs se remontan a la década de 1980, con el 959 transformado para competir el rally París-Dakar. En total fueron seis unidades las que desarrolló la firma alemana con los genes de todo un utilitario (tracción total y una carrocería elevada) para competir.
Debido a que en aquella época los SUVs no dominaban el mercado, Porsche sólo desarrolló este vehículo de competencia como un simple experimento. Sin embargo, con el paso de los años, y con una completa transformación en las preferencias de los consumidores, la marca se vio en la necesidad de entrar al segmento de los SUVs con la creación del Cayenne, a dos años de haber iniciado el siglo XXI.
Al ver que las preferencias habían dado un giro radical, la firma de Stuttgart decidió ampliar la gama con un SUV más pequeño para incursionar en el subsegmento de los utilitarios compactos. Repitiendo la fórmula del Cayenne, el Macan inició ventas en 2014 para entregar lo que todo Porsche ofrece al volante: confort y deportividad.
Desde la parte estética, podemos catalogar al Macan como un Cayenne diminuto, no obstante, el diseño no es idéntico, pues tiene su propia identidad. Aunque son dos modelos que están ligados, existe una diferencia notable, independientemente de las dimensiones. Esto quiere decir que si agrandáramos un Macan, no tendría comparación absolut; de la misma manera pasaría si el Cayenne fuera reducido.
Si hacemos la analogía con un 911, queda claro que por la sensación de manejo que brinda, este Macan puede ser catalogado como un 911 hinchado, aun cuando la elevación con respecto al suelo influye directamente en el centro de gravedad, la percepción que da al conducirlo es parecida a la de un 911.
Si tuviéramos que hacer una analogía de la conducción con un SUV, no hay un modelo que se le pueda comparar. Cuando se trata de rodar en curvas, el desenvolvimiento que tiene el Macan S no tiene punto de comparación; en pocas palabras es ágil, rápido y plantadísimo.
La estrella de la renovación del Macan es el nuevo motor V6 turbocargado de 3.0 litros. Gracias a una serie de innovaciones, la respuesta del seis cilindros al momento de despegar es mucho más eficaz.
Además de esta mejora, el motor también entrega más poder. En compañía de la caja automática de doble embrague con siete velocidades, el núcleo del Macan S entrega a las cuatro ruedas 354 hp y 354 libras-pie de torque; 14 hp y 15 libras-pie más que su antecesor. A pesar de que para México no estará disponible, no está de más decir que el Macan está disponible con un motor de cuatro cilindros de 2.0 litros con 245 hp y 261 libras-pie de torque.
Esta energía es complementada por un sistema de suspensión adaptable en rigidez y altura, un sistema de tracción que reparte el poder entre el eje delantero y el posterior, y la tecnología que reparte el torque en cada una de las ruedas en función del comportamiento del vehículo. Todo esto, en conjunto con el V6 y los neumáticos de gran anchura, hacen que el Macan vaya en el asfalto como si fuera sobre rieles.
Desde su aparición en 2014 estaba claro que la intención era más parecerse al nueve-once que al Cayenne; sin embargo, con una serie de adecuaciones el renovado Macan ahora se apega más al estilo, por el rediseño de las luces, principalmente las posteriores. La pantalla táctil de 11 pulgadas ofrece mejores gráficos de navegación con conexión WI-FI. Otras novedades son el ionizador para mejorar la calidad del aire de la cabina, el control de crucero adaptable y el mismo volante deportivo del 911.