El NSX de segunda generación sorprendió la mecánica híbrida y prestaciones.
Porta lo mejor de dos mundos, un motor V6 de combustión interna, Biturbo con 3.5 litros de capacidad que nos entrega 500 HP entre las 6,500 a 7,500 vueltas, y genera un torque de 406 lb-pie entre dos a seis mil revoluciones. El motor está acoplado a una transmisión de doble embrague de 9 cambios con paletas al volante.
El esquema de suspensiones es de aluminio, adelante encontramos horquillas dobles en él y multibrazo en el eje trasero.
Es un verdadero deportivo, muy bajo y con una puesta a punto más bien pensada para viajes en autopista.
Nuestro NSX ganaba velocidad y el agarre mecánico es simplemente inigualable otorgado en buena parte por la inmensa pisada de las llantas 245/35 en el eje delantero y 305/30 en el eje trasero, ambas montadas en rines de aluminio forjado de 19 adelante y de 20 atrás.
Nuestros promedios empezaron a subir, 180, 200, 220, 230 km/h, y se sentía como si circuláramos a 120 km/h.
Es más fácil acabarse las llantas que fatigar los frenos carbonocerámicos de discos flotantes, los delanteros tienen mordazas de seis pistones y los traseros de cuatro.