Cabe aclarar que este auto fue puesto a punto por la división Peugeot Sport, fundada en 1981, y que, como su nombre indica, se encarga de todo el apartado del motorsport de la firma francesa.
Entre su palmarés destacan cinco títulos de constructores y cuatro de pilotos en el WRC, así como tres victorias en Pikes Peak y siete más en el Rally Dakar. Esto sin olvidarse del WEC, donde ganó las 24 Horas de Le Mans tres ocasiones. En la F1 fue proveedora de motores de 1994 al 2000. Como puedes ver, el “by Peugeot Sport” en su nombre debe tomarse con mucha seriedad.
A diferencia del anterior GT automático, en este caso, el propulsor de cuatro cilindros de 1.6 litros fue mejorado para elevar su potencia desde los 225 Hp hasta los 270 Hp y 243 libras-pie de torque, que, si le pones un poco de atención, arroja una de las relaciones potencia-litros más impresionantes entre sus rivales.
Este aumento de potencia viene acompañado de una dieta que le permitió aligerar su peso para dejar la báscula en 1,205 kilogramos, y de esta manera se coloca entre los más ligeros de su segmento.
Con este conjunto es capaz de acelerar, al menos en la teoría, de 0 a 100 km/h en seis segundos y lograr una velocidad máxima de 250 km/h. Si creías que un aumento de poder es todo lo interesante, debes saber que el chasis, transmisión, suspensiones adaptativas y frenos también fueron modificados por la división Peugeot Sport.
Durante el lanzamiento de este auto, Peugeot dispuso de tres ejercicios para conocer el potencial de este auto. El primero consistía en acelerar fuertemente, para después afrontar una curva sin necesidad de frenar.
El por qué del gran actuar del 308 GT by Peugeot Sport se debe a que tiene un as bajo la manga, ya que integra un diferencial autoblocante Torsen que es de gran ayuda en zonas de curvas, sobre todo en las cerradas.
El segundo fue un slalom, donde vimos que es un auto realmente ágil.
El tercer test, sin duda, era la prueba culminante, y es que en ese momento los organizadores nos abrieron el trazo del Autódromo Miguel E. Abed para someter al 308 GTI a un castigo de altura.
Lo primero que llama la atención es la suavidad del clutch, su talante es como el de un auto normal y en ningún momento cansa. La caja manual es realmente precisa. El 308 GTI no es un auto agresivo que te quiera asesinar, sino todo lo contrario; para ser sinceros, aún en circuito es bastante civilizado, pero al mismo tiempo se aferra a cada curva con sorprendente agilidad felina, lo cual queda demostrado con un mínimo balanceo de la carrocería. Los asientos, sin ser de cubo, ofrecen un muy buen soporte lateral.