Empiezo esta crónica igual que lo hice en la prueba del Accord V6 del 2016, analizando el nombre que significa “Acuerdo” entre la compañía, la sociedad. El sedán mediano está ya en su 10ª Generación, que se presentó como modelo 2018 que fue galardonado como Auto del Año en el marco del Salón de Detroit y que evidentemente también probamos.
Presenta ligeras mejoras, un cambio de diseño en los rines y un cargador inalámbrico para teléfonos compatibles.
Las líneas de este vehículo nos desconciertan, ya que la tipificación clásica es que se trata de un sedán de tres cuerpos.
Hoy por hoy la prioridad del comprador es la compatibilidad entre el vehículo y su smartphone, cada vez más los clientes exigen y la industria trata de complacerlos ofreciendo cada vez más gadgets o “gizmos” que hagan más eficiente esa conectividad, si bien la compatibilidad con las plataformas Android Auto o CarPlay tiene muchos años en Honda, la innovación para este modelo es que ofrece la capacidad de “conectarse” a dichas plataformas de forma inalámbrica y el dispositivo -léase teléfono- puede guardarse en un compartimiento, específico para ese fin que además ofrece un panel de carga por inducción que se localiza en la parte baja del tablero, en la zona central.
La pantalla es de 8 pulgadas de accionamiento táctil, y en la mencionada pantalla se pueden replicar algunas funciones básicas como Waze, WhatsApp y aplicaciones de música. En funcionamiento de dichas apps es mediante el plan de datos de internet del dispositivo enlazado.
El primer temor con un vehículo turbo es el de encontrarme con esa desagradable sensación llamada turbo lag y máxime cuando el vehículo ofrece, como en este caso, un programa de manejo más amigable con el medio ambiente, en donde se pondera el óptimo consumo de combustible sobre el desempeño deportivo. En ciudad el turbo lag no fue perceptible y, aunque varias veces traté, en vano, de confundir a la transmisión con constantes aceleraciones intermitentes típicas de tránsito citadino.
Usando el modo Sport aplicado las cosas cambian radicalmente, ya que el tacto del acelerador es mucho más sensible y podemos acceder a “jugar” con las paletas de cambio en el volante y manejar a ritmos alegres y divertidos. Si bien la caja de 10 es automática tradicional y no tiene la rapidez de accionamiento de una de doble embrague, hace su trabajo de forma muy satisfactoria.