El Porsche 911 es indiscutiblemente el mejor deportivo de la historia, aunque es cierto que hay otros grandes iconos en la industria, sólo por mencionar algunos, el Chevrolet Corvette, Ford Mustang, VW Golf GTI, Mazda MX-5, sin olvidarnos de las exóticas leyendas como el Ferrari F40 por poner sólo un ejemplo.
Pero la historia del 911, el cómo ha logrado evolucionar sin perder su esencia original, su pedigrí o su versatilidad en donde puede ser un excelente GT como es el caso del Carrera, o bien un tremendo y radical auto para circuito como el GT3, entre muchos otros factores, lo ubican en la primera posición que comentaba.
Todos queremos un Porsche 911, privilegio que está reservado para unos cuantos, por eso, cuando la marca te invita a una Porsche Travel Experience a manejarlo, simplemente no te puedes negar.
La Travel Experience en la Columbia Británica, Canadá, inicia en la ciudad de Vancouver.
Una vez en la carretera comienza la diversión, el B6 de 3.0 litros con 450 hp y 390 lb-pie de torque en el papel no parece tan poderoso como muchos otros deportivos, pero el 911 hace magia con esos niveles de potencia y créeme cuando te digo que necesitarás bastantes más caballos de fuerza en otro deportivo para seguirle el paso.
Unos cuantos kilómetros son suficientes para recordar cuan especial es el 911 Carrera 4S, con un balance perfecto entre deportividad y confort, los 4 días de ruta que se avecinan no parecen problema alguno.
Una de las grandes virtudes de la Porsche Travel Experience es el hecho de que en todo momento llevas de líder a un piloto certificado de la marca, lo que ayuda a los conductores menos experimentados a trazar cada curva como es debido, y a poder llevar ritmos muy divertidos sin cometer irresponsabilidades.
El 911 impresiona por su precisión, agarre y capacidad de aceleración, pero más aún por lo sólido que se planta y su aparente interminable capacidad de frenado, si a lo anterior le sumas una transmisión rapidísima y efectiva, entiendes un poco más por qué es el mejor deportivo del mundo.
La segunda parte de la ruta nos obliga a transitar carreteras algo más concurridas, pero la diversión no cesa, el 911 puede moverse entre los demás vehículos con increíble facilidad, nada parece poder seguirnos el paso, incluso miembros de la caravana a bordo de Cayenne S que no es un vehículo menor, no les quedaba de otra que ver cómo nos alejábamos.
El último día, de vuelta hacia Vancouver y amanece algo nublado, cosa que no había sucedido en los días previos, sin temor a equivocarme, el día menos memorable de todos, primero porque empiezas a caer en cuenta, que la aventura está por terminar, y en segunda instancia, porque es necesario entrar de nueva cuenta al tránsito citadino de Vancouver. Aun así, el día está lleno de adrenalina por las carreteras y muchos kilómetros a bordo del 911. Toda una delicia que vale la pena vivir.
Se trata de una oportunidad abierta para cualquiera, puesto que para asistir a una Porsche Experience no es necesario ser propietario de un vehículo de la marca, basta con ingresar a la página de Internet, revisar disponibilidad de fechas y hacer el pago para garantizar un espacio. Hay experiencias como ésta en diferentes partes del mundo.