¿Y cuáles serían ellas? Familia, mascotas, viaje, enseres personales y cualquier cosa que vaya surgiendo en el camino porque durante este primer contacto con Jeep Commander he podido constatar que el gen Jeep, a pesar de que el origen ahora sea brasileño -igual que Compass, sigue estando ahí; sí en una versión más “civilizada”, pero manteniendo todo ese lenguaje y guiños nostálgicos de la marca.
Jeep Commander luce una silueta que, a pesar de sus 4.7 metros de longitud, se mantiene equilibrada visualmente y bien representada por el lenguaje actual de la marca: parrilla, faros y calaveras, rines de 19” y un acabado bitono en la carrocería es lo primero que notaremos.
Después, a pedido, vienen los 5 colores, manteniéndose propositiva con emblemas y anagramas de acabado satinado; calaveras led, que lucen el Jeep encapsulado, así como el obligado del segmento, techo panorámico, todo lo anterior y más en la única variante disponible, Overland.
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Puertas adentro, inmediatamente notamos los efectos de esta variante extendida de la plataforma que permite potenciar el vasto equipamiento y, sobre todo, lucir muy diferente a su “hermano”. Basta ver los asientos nappa y los detalles Jeep en el posabrazos. La zona central del tablero viene tapizada en gamuza dando ese toque de elegancia al infoentretenimiento y botón de encendido, hasta que se encuentra con el volante.
La segunda fila se mantiene “racional” en temas de espacio, sobre todo para personas de talla mediana, mientras que la tercera resulta ideal para personas muy bajitas o niños.
Lógicamente, su capacidad de “expandirse” es otro de sus argumentos y con hasta 1,760 litros disponibles con ambas bancas abatidas, las posibilidades se vuelven infinitas; y mención aparte para el doble piso en la cajuela.