Dos científicos estadounidenses ganaron ayer el Premio Nobel de Medicina por descubrir los microARN, pequeños fragmentos de material genético que sirven como interruptores dentro de las células que ayudan a controlar su funcionamiento.
Si los científicos comprenden mejor cómo funcionan y cómo manipularlas, podría conducir a tratamientos poderosos para enfermedades como el cáncer.
El trabajo de los estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun está “demostrando ser importante para la forma en que los organismos se desarrollan y funcionan”, dijo el panel que otorgó el premio en Estocolmo.
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Sus hallazgos “revelaron una nueva dimensión a la regulación genética, esencial para todas las formas de vida complejas”, indicó el panel.
El ácido ribonucleico (ARN) es mejor conocido por llevar instrucciones sobre cómo producir proteínas a partir del ADN en el núcleo de la célula hasta las pequeñas fábricas celulares encargadas de construir las proteínas. El microARN no produce proteínas, pero ayuda a controlar lo que hacen las células, incluida la activación y desactivación de genes críticos que producen proteínas.
El Nobel de Medicina del año pasado fue otorgado a científicos que descubrieron cómo manipular uno de esos tipos de ARN, conocido como ARN mensajero o ARNm, que ahora se usa para fabricar vacunas contra el COVID-19.
El hallazgo revolucionario de Ambros y Ruvkun se hizo inicialmente en gusanos; buscaban identificar por qué algunos tipos de células no se desarrollaban en dos cepas mutantes de gusanos comúnmente utilizados como modelo de investigación en la ciencia.
Una alteración de la regulación de los genes puede causar enfermedades graves, como el cáncer, la diabetes o la autoinmunidad. Por eso, comprender la regulación de la actividad de los genes es un objetivo importante desde hace varias décadasJurado de la Academia Sueca
“Su revolucionario descubrimiento reveló un principio completamente nuevo de regulación génica que resultó ser esencial para los organismos multicelulares, incluidos los humanos”, según la citación que explica la importancia de su trabajo para la medicina.
Ambros, actualmente profesor de Ciencias Naturales en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, realizó la investigación en la Universidad de Harvard. Mientras que la pesquisa de Ruvkun tuvo lugar en el Hospital General de Massachusetts y en la Facultad de Medicina de Harvard, donde es profesor de genética.
El estudio del microARN ha abierto enfoques para tratar enfermedades como el cáncer porque ayuda a regular cómo funcionan los genes en nuestras células, detalló la doctora Claire Fletcher, profesora de Oncología Molecular en el Imperial College de Londres.
Fletcher explica que hay dos áreas principales en las que el microARN podría ser útil: En el desarrollo de fármacos para tratar enfermedades y como posible indicador de enfermedades, mediante el seguimiento de los niveles de microARN en el cuerpo.
“Si tomamos el ejemplo del cáncer, tendremos un gen en particular trabajando horas extras, podría estar mutado y trabajando a toda marcha”, dijo y agregó que los científicos podrían algún día usar microARN para detener tales efectos.
Hay pruebas clínicas en marcha para estudiar cómo podrían emplearse técnicas con microARN para ayudar a tratar el cáncer de piel, aunque todavía no hay ningún tratamiento farmacológico aprobado por los organismos reguladores, indicó Fletcher. Eso podría tomar entre cinco y 10 años, estimó.
El microARN ofrece otra forma de controlar el comportamiento de los genes para tratar y seguir el rastro a diferentes enfermedades, añadió. “La mayoría de terapias que tenemos en este momento van dirigidas a las proteínas en las células”, añadió. “Si podemos intervenir al nivel del microARN, eso abre toda una nueva forma de desarrollar medicinas y controlar la actividad de los genes cuyos niveles pueden verse alterados en enfermedades”, expuso.
El Nobel de Medicina se ha entregado 114 veces a un total de 227 laureados. Apenas 13 mujeres han conseguido el reconocimiento, que incluye 11 millones de coronas suecas (un millón de dólares) en efectivo, obtenidas de un fondo dejado por el creador del certamen, el inventor sueco Alfred Nobel.
Los ganadores del año pasado fueron la húngaro-estadounidense Katalin Karikó y el estadounidense Drew Weissman, por descubrimientos que permitieron la creación de vacunas de ARN mensajero contra el COVID-19, que fueron cruciales para frenar la pandemia.
El premio da inicio a la temporada de los Nobel, que continúa hoy con el de Física, el miércoles con el de Química; Literatura el jueves, el de la Paz el viernes y el de Economía el 14 de octubre.
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