Universitario, ex funcionario, hoy franelero

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Foto: larazondemexico

Foto Alejandro Gaspar La Razón

jaquelin.gutierrez.razon@gmail.com

El sueño de Marco Antonio Cadena era ser catedrático de filosofía en alguna universidad de prestigio, pero apenas a tres semestres de haber iniciado la carrera en la UNAM debió abandonar las aulas porque ya no tenía ni para pagar fotocopias.

Logró colocarse, en 1995, en la Secretaría de Gobernación como auxiliar administrativo. En 1999 fue despedido por cambios en la administración.

Ahora es franelero. De lunes a viernes se instala desde las ocho de la mañana frente a la delegación Iztacalco y aparta lugares hasta las tres de la tarde.

No es el único franelero con estudios superiores. La Secretaría del Trabajo del DF tiene detectadas a 33 personas que se volvieron franeleros luego de cursar la universidad y no encontrar empleo.

En el caso de Marco Antonio, de 45 años de edad, se ha pasado los últimos 18 años repartiendo copias de su currículum a decenas de empresas. No ha tenido éxito.

“Me he cansado de pedir trabajo a empresas, incluso he pedido apoyo a funcionarios de gobierno. Hasta he buscado al secretario del Trabajo de aquí, del DF, pero no me recibe. Me da coraje que tengan gente en las delegaciones que no tienen ni la secundaria y están como jefes”, cuenta.

Antes de estudiar filosofía, estudió contaduría también en la UNAM. Abandonó la carrera porque fue ahí cuando se dio cuenta de que lo suyo era la filosofía, por lo que decidió cambiarse de facultad.

Ahora debe levantarse a las seis de la mañana para trasladarse de su domicilio, en la colonia Morelos, hasta las calles de Iztacalco para ganar unos 150 pesos diarios cuidando carros. “Puedo manejar una empresa de pies a cabeza. Manejo cuatro tipos de archivo: alfabético, numérico, geográfico y cronológico.

De hecho algunos meses trabajé en una empacadora de frutas y néctares, donde tuve a mi cargo el manejo de recursos humanos así como el control de la entrada y salida de insumos”.

Tiene dos hijos, de 7 y 9 años de edad, para quienes ha pedido una beca.

Tampoco se las han dado. Su esposa, María, todos los días le lleva dos tortas: una para el almuerzo y otra para la comida. En sus ratos libres, aprovecha para pasar tiempo con sus hijos y dice disfrutar la lectura de textos de metafísica, ética y psicología. Sus autores favoritos son Saint Germain, Conny Méndez y Dan Custer.

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