Desde la época colonial, la calle Francisco I. Madero es una de las principales vías de acceso al Centro Histórico de la Ciudad de México. Un lugar en el que desde que se pone un pie se abre un telón para dar inicio a un show citadino, donde grandes y chicos pueden encontrar una variedad de personajes de caricaturas y superhéroes.
Detrás del maquillaje y el vestuario de cada botarga hay una historia personal; un motivo que impulsa a disfrazarse y pasar varias horas sacando sonrisas o la curiosidad de los transeuntes, quienes aprovechan la ocasión para tomarse una foto con ellos.
Uno de ellos es Rafael Rojas, dueño de las botargas de la caricatura “Pepa Pig”, quien platicó a La Razón que estudió derecho, pero al no encontrar trabajo vio una posibilidad en este pasillo para conseguir un poco de efectivo.
[caption id="attachment_655230" align="aligncenter" width="599"] Fotos: Alondra Espinoza[/caption]
“Todo surge por la situación de que no teníamos empleo. Yo estudié derecho y me quede sin empleo, entonces me vine a dar la vuelta y vi la posibilidad de poner alguna botarga, y es donde pudimos generar un poco de efectivo para poder vivir”, reveló.
El dato
A partir de 2010 Francisco I. Madero se inauguró como corredor peatonal.
En cuanto a las ganancias, cada uno de los personajes está a expensas de que algún curioso se acerque exactamente con ellos, pues su competencia es elevada con más de 50 artistas urbanos que pueblan esta transitada calle.
Entre ellos, los hay quienes tienen tarifas rígidas, porque pretenden cobrar por tomar una foto en la calle desde 15 pesos o 20 pesos si es con celular, y 50 con cámara digital, y si no hay gente... o les regatean... bajan el precio a 10 pesos.
[caption id="attachment_655227" align="aligncenter" width="604"] Fotos: Alondra Espinoza[/caption]
Además, el señor Rojas aseguró que pese a no tener un sueldo fijo y las pesadas horas de trabajo que van de las 11 am a 9 pm, “mi vida cambió, porque yo veo a mucha gente aquí sonreír y darse la vuelta para convivir con nosotros. Y nunca me imaginé algo así, porque mi mundo eran los juzgados y aquí es muy divertido”.
Algunas de las vicisitudes de esta actividad es que implica estar parados por largas horas, muchas veces bajo el rayo del sol, con vientos fríos, cambios bruscos de temperatura, y soportando el peso del disfraz.
“Muchas personas no valoran eso y pues sí es algo pesadito estar aquí. Las personas piensan que nos llevamos una feriezota y no es cierto, estamos sujetos a lo que nos den”
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Rubén Oviedo trabaja en Francisco I Madero desde hace seis años. En ese tiempo ha sacado miles de sonrisas con su genial caracterización, pues su gran parecido con Thor, el asgardiano superhéroe de Los Vengadores, le ha generado mucho éxito entre los pequeños peatones que caminan de la mano con sus padres.
“Llevo 22 años como actor de teatro. Sé que no soy el mejor artista urbano, porque con esto no estoy haciendo gran arte, pero en realidad me satisface mucho".
Asimismo, confesó que su mayor satisfacción es convertirse en “una especie de psicólogo, porque a veces tener un personaje te favorece más que ser una gente normal. Los niños te vienen a platicar sobre el divorcio de sus papás o lloran. Somos un personaje y por eso lo cuidamos”.
Por lo mismo, Rubén Ovideo aprovechó para agradecer a todas las personas que se han tomado unos minutos para acercarse con él a pesar de tener días complicados, pues sin su aportación él tendría, primero para comer, pero tampoco esas satisfacciones que le deja el convivir con desconocidos en tránsito.
“Gracias a ustedes comemos. Ustedes deciden con quién tomarse la fotografía; no obligamos a nadie. Sabemos que son tiempos difíciles, pero aún así la gente sigue viniendo con nosotros”, aseguró Thor.
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Las botargas que trabajan en esta emblemática calle de Madrero, podrán llenar de fantasía no sólo a los más pequeños de la casa, sino también a los adultos que aún conservan a su niño interior y que tendrán la oportunidad de reencontrarse con sus personajes favoritos.
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