“¿Por qué no vienes conmigo mamá?”, es la pregunta que hacen todos los niños al cumplir cinco años 11 meses de edad y que deben dejar a sus madres en el Centro Femenil de Readaptación Social (Cefereso) de Santa Martha Acatitla.
“Todavía tengo uno (hijo) de 15 años, que se aísla mucho, me necesita, casi no lo veo; cuando viene llora, por eso no me gusta que lo traigan, pero es difícil. Son cuatro varones y una mujer, ella viene a verme, pero no puede siempre porque trabaja. Yo les digo que no soy Batichica, pero les hago falta para educarlos, guiarlos y que no tomen malas decisiones”, comentó una reclusa.
Guadalupe Cruz Ramírez mantiene su caso en proceso desde 2015, cuando fue acusada de presunto homicidio en una riña que involucró a dos de sus hijos, quienes resultaron heridos de gravedad.
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De acuerdo con el informe sobre los centros de reclusión de baja capacidad 2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en México 10 mil 594 mujeres están en reclusión, y hasta el 23 de marzo de 2018, en Santa Martha Acatitla había mil 269, de las cuales 80 por ciento son madres.
“Están encerradas en promedio desde los 22 años de edad y hasta los 40 y tantos, justo en la edad reproductiva. Son madres cuando ingresan, durante la estancia y cuando salen”, resaltó Marisa Belausteguigoitia, quien está el frente del proyecto de la UNAM “Mujeres en espiral: sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogías en resistencia”, el cual apoya y capacita a madres en reclusión en Santa Martha.
La académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) explicó que cuando una mujer ingresa a la cárcel se empobrecen las familias ya que dejan de uno hasta siete hijos afuera, mientras que las abuelas, tías, primas o hasta vecinas se reparten el cuidado de los niños.
En Santa Martha, las reclusas son más visitadas por sus madres (con 56 por ciento) que por los hijos (6.6 por ciento), de estos últimos, acuden más las hijas que los varones, según la investigación “Encierros y fugas: una visión pedagógica de las maternidades en reclusión en el Cefereso-Santa Martha Acatitla” de Mayra Elizabeth Aguilar Enríquez.
“Efectivamente, son las madres las que más visitan a las mujeres en reclusión, y los hijos varones los que menos”, remarcó Patricia Piñones, del Programa Universitario de Derechos Humanos (PUDH) e integrante de Mujeres en Espiral.
Piñones resaltó en un comunicado que además del apoyo que se brinda a las mujeres, se elabora un trabajo para que los hijos de madres en reclusión se preparen a salir, pues muchos no han tenido contacto con el exterior.
Con información de Notimex
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