Tras la muerte de su esposo —quien tenía sobrepeso y padeció la enfermedad de COVID-19—, María y sus tres hijos tuvieron que huir de su casa ubicada en la colonia San Miguel Teotongo, alcaldía de Iztapalapa, el epicentro de la pandemia en Ciudad de México, que registra 2 mil 93 casos positivos acumulados, y más de 136 defunciones, hasta este 13 de mayo. Sin esperarlo, sin hacer nada, ser familiar de una de las primeras víctimas del nuevo coronavirus en su barrio, había colocado a ella y sus hijos en medio de señalamientos, insultos, amenazas y discriminación.
“Ustedes trajeron el virus”, “lárguense”, le reclamaron sus vecinos horas después que su esposo Hugo, de 44 años de edad, perdió la batalla contra el SARS-CoV-2 el pasado 2 de abril en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado en calzada del Hueso. En su acta de defunción quedó asentado que a las 6:00 horas murió de “neumonía atípica”.
María dijo en entrevista con La Razón que jamás pensó que conocidos de la familia la rechazarían, a tal grado de escupir o cubrirse la boca al cruzarse en el camino. “Frente a mi casa había una base de taxis, cuando se enteraron los taxistas ya no me querían subir. A mi hijo, a quien todos saludaban, recuerdo que una señora le hizo el feo”, contó María, agregando que ella y sus hijos dieron negativo a las pruebas para detectar el virus, sumado a que seguían todas las medidas de seguridad.
"El COVID-19 es un invento del gobierno"
A la par, en las colonias populares de Iztapalapa decenas de familias salían a los parques, rompían las cintas amarillas que advertían el peligro de contagio; al caer la tarde o en fines de semana a los locales de comida llegaban niños, adultos y ancianos. Parecían las vacaciones de primavera en esta alcaldía, donde se estima que el 24% de los 1.8 millones de sus habitantes carece de seguro médico, según datos del Coneval.
Otros vecinos de San Miguel Teotongo —que colinda con el Estado de México—, decían que el virus era un “invento del gobierno”, incluso en grupos de Facebook hubo quien aseguró que las instituciones de salud pagaban 70 mil pesos “para decir que tu familiar se murió por COVID-19”. Con el tiempo las fake news evolucionaron a que el gobierno federal "fumigaría" con avionetas para infectar a la población.
Sin trabajo y con hambre
Algo cambió a finales de abril, cada vez había más contagios, se veían más ambulancias con personas aisladas, la muerte comenzó a rondar. Al mismo tiempo, comenzaron los despidos, y más personas que buscaban trabajo o incluso que pedían ayuda para conseguir comida.
“Hola, buenas tardes. Hoy me atrevo por necesidad a pedirles ayuda, a causa de este tiempo y por lo sucedido, no hay trabajo. Mi hijo solo depende de mí, pero hoy le estoy fallando. No tengo para darle de comer y ya me desesperé. Podrían ayudarme y si a alguien le interesa que le haga quehacer, lo hago”, escribió Juana en un grupo de vecinos en Facebook. De inmediato decenas de personas le ofrecieron lo que podían, desde 50 pesos o algo de su despensa.
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Gritos de auxilio como el de Juana, quien actualmente lava ropa ajena, se han ido replicando en la alcaldía. Madres y padres iztapalapenses que se quedaron sin trabajo desde hace unas semanas ofertan en grupos vecinales de Facebook herramientas, carriolas y hasta ropa usada desde 20 pesos.
Iztapalapa se encuentra en la posición 12 de 16 de rezago social en CDMX, es decir, es una alcaldía con carencias en educación, de acceso a servicios de salud, de servicios básicos de calidad y espacios en la vivienda. Más del 35% de su población —unas 630 mil personas— vive en condición de pobreza, según el último reporte municipal del Coneval.
Jhonatan, de 22 años y padre de una bebé, perdió su trabajo como herrero de refrigeradores de carne, en una fábrica que le pagaba 3 mil 400 pesos a la quincena, y en entrevista para La Razón contó que dejó de trabajar la última semana de abril. “El patrón solo nos dijo que ya no había trabajo, nos dio las gracias y pues aún estoy viendo qué pasará con mi finiquito”, contó.
Al menos 55 mil personas fueron despedidas en Ciudad de México al inicio de la pandemia, según datos dados a conocer por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social el pasado 8 de abril. Sin embargo, hasta el momento no existe un estimado sobre cuántos trabajos se perdieron dentro de la informalidad.
Los estragos de la pandemia se palpan en esta alcaldía al oriente de la capital mexicana, cuyo suministro de agua potable es limitado. En colonias como San Miguel Teotongo, el servicio por medio de tuberías solo llega una o dos veces a la semana. De modo que los habitantes almacenan agua por medio de tambos, tinacos y cubetas. O solicitan el servicio gratuito de pipas.
En las calles o en estaciones del Metro como Constitución o Acatitla, miles de personas se adentran en el transporte público para ir a trabajar, apenas con cubrebocas de tela, o con mascarillas hechas con acetato.
La alcaldía mantiene un programa de monitoreo con entrega de mascarillas y guantes, así como jornadas de sanitización. Pero estos insumos y el trabajo de cuadrillas es apenas momentáneo y no alcanza para el medio millón de viviendas que hay en Iztapalapa. Todo parecen medidas a contra reloj, frente a un virus que no da tregua y un sector de la población desfavorecido.
Justo fue el caso de Hugo, quien falleció por COVID-19 en abril pasado. María, su esposa, dijo que él se expuso porque tenía que mantener a su familia. “Un día regresó de trabajar y me dijo que se sentía cansado. Ahora la empresa en la que trabajó más de 15 años, no nos quiere dar ni un apoyo, según dicen que por ley corresponden 20 mil pesos, pero quieren pelear en un juicio que según va a durar un año”, detalló.